jueves, 4 de septiembre de 2008

Capitulo VIII Efectos

Capitulo VIII Efectos

Otro tedioso día en el instituto. A pesar de que ya habían transcurrido una cuantas semanas y para mi suerte, y regocijo personal, me estaba acostumbrando al constante ardor de mi garganta, tanto que afortunadamente ya lo ignoraba con mucha más facilidad, eso no significaba que bajara la guardia, seguía muy al pendiente de todo lo que me rodeaba, al igual que todos, o por lo menos igual que Edward y Alice; aun así, con mi aparente triunfo sobre la sed, no lograba acostumbrarme a la nueva rutina, al lucir siempre de punta en blanco y mucho menos a ser el centro de atención y despertar interés entres mi compañeros, lo único que deseaba era pasar desapercibida, cosa la cual parecía imposible.

En clase seguíamos rodeados de esta chica, Cristina, que parecía, cada día, tener un poco más de valor para estar con nosotros, en ocasiones sus mejillas se ponían muy coloradas, tornándose de un exquisito color rosa, y en esos momentos dejaba escapar, más allá de mi control, de mi garganta un silbido inaudible para todos, menos para Edward, que me ayudaba a aplacar el creciente dolor, me ayudaba también haciendo uso de un consejo que me habían dado Alice y Carlisle, me habían dicho que ayuda el verlos como personas en lugar de como presas, así que me recordaba a mi misma, cuando sentía ganas de saltarle encima y beber de su sangre, que esa joven tenia unos padres que la adoraban , una hermana mayor muy buena para las ciencias y un hermano menor deseoso de conocer el mundo, hermano que también estaba embelezado con la belleza de la chicas de mi casa. Toda esa información seria inútil y absurda para cualquier otro, pero para mi, representaba un ancla que me ayudaba a mantenerme firme. Cristy, como ya la llamábamos, era una chica tan linda, como persona, que eso también ayudaba; sin contar mi deseo de no sucumbir a la tentación de tomar alguna vida humana entre mis manos y acabar con ella; empecé a entender, con el paso de los días, en el colegio, a Jasper e incluso un poco a Edward, daba gracias al cielo que nadie en este pueblo me resultara tan apetitoso, como sabia, le había resultado alguna vez a él. Por cautela, procuraba permanecer bien alimentada, incluso salía de caza aunque no estuviese hambrienta, siempre en compañía de Edward.

Junto a nosotros, en clases, empezó a sentarse un joven llamado Cristian, solo días después de nuestra llegada. Me resultaba sumamente gracioso que las dos únicas personas que nos dirigían palabra alguna, con demasiada frecuencia, tuviesen nombres tan similares sin estar vinculados de ninguna manera el uno con el otro. Era un chico alto, pero no tanto como lo era Edward; de tez pálida, un poco amarillenta quizás; de cabello oscuro, que aun cuando lo llevaba corto delataba lo difícil que resultaba peinarlo y se notaba algo reseco; usaba anteojos todo el tiempo –me pregunto ¿qué tan ciego será sin ellos?- era también muy flaco, cada vez que se le miraba, parado junto alguno de los vampiros de la escuela, parecía desaparecer, gracias a su poco llamativa imagen. Actuaba con cautela y nerviosismo, pero, siempre caballeroso y muy atento de nosotras, de Cristy y de mi, por algún rato esas atenciones me incomodaron, preocupada de cómo se sentiría Edward si Cristian empezaba a fantasear conmigo de manera indecente, para mi sorpresa mi esposo siempre se mostraba sumamente relajado en su presencia, cosa la cual no sucedía cuando estábamos cerca de algún otro chico de la escuela. Una noche me explico a que se debía tal comodidad junto a aquel chico de apariencia tan frágil, me planteo la idea de que la excitación que este sentía al estar con nosotros no se debía, exactamente, a mi. No hicieron falta más palabras para que entendiera, a la perfección, su idea.

-       “Eso quiere decir que es por ella”- me dije a mi misma, gratamente sorprendida de esa revelación.

-       “Muy valiente de su parte, a decir verdad- dijo Edward, mientras parecía estar concentrado en algo que discutían sus hermanos, con tono serio que se fue volviendo un poco burlón- el pobre a veces cree que no lograra contener el pánico”- nos reímos juntos recordando la cara de susto que en ocasiones ponía.

-       “¿Y ella que piensa?”- la impaciencia por saber más y la curiosidad eran notorias en mi voz.

Desde hace un década me resultaban sumamente fascinantes las reacciones a la hora de interactuar de los humanos, ahora que no era una de ellos. Había un  no sé que, en el como se complicaban con estupideces, hacían alboroto de cosas sin importancia e ignoraban las que realmente valían la pena, que me intrigaba aun más, deseaba saberlo todo de todos.

-       “No sabe a ciencia cierta que siente”- se limito a decir Edward, dejando ese tema de lado por el resto de la noche.

Destacábamos en clases, no solo gracias a la obvia fascinación que tenían todos por saber más de nosotros o por nuestro atractivo físico, sino porque sin importar lo distraídos que podíamos estar nunca debamos respuestas equivocadas a las preguntas que nos formulaban los profesores. Eso parecía ser una molestia para la Srta. Bonder, la profesora de Matemáticas, que tenia un deseo oculto, de lograr que Edward contestara erradamente, así que solía bombardearlo con preguntas, él siempre daba la respuesta correcta; en un principio eso me pareció detestable, después de todo, ella era una profesora, se supone que su trabajo es ayudar a sus alumnos a que aprendan algo, no a que se equivoquen, Edward también me aclaro esa molestia –solía aclararme muchas cosas- según él, a la pobre señorita, lo que le incomodaba era sentirse inútil, y ante un alumno tan prodigioso como él dudaba de que realmente fuera buena enseñando, no podía creer que no hubiese nada que ese joven de 16 años no supiera ya; anhelaba que lo transfirieran a un curso más avanzado para que otro de los profesores tuviese que enfrentarse a él.

La clase de Literatura tenia un ambiente totalmente distinto, el Sr. Both estaba simplemente fascinado con nuestra presencia en su clase, tanto que con frecuencia escogía a Edward, para que leyera algún capitulo del libro que se había asignado para este trimestre, encantado por la pasión que denotaba su voz, mientras pronunciaba palabra tras palabra, era obvio, que en su cabeza no cabía la idea de lo fastidiosa que le resultaba a Edward esa lectura. En ciertas oportunidades nos había puesto, a ambos, a recitar los diálogos de Elizabeth Bennett y el Sr. Darcy, con el deseo de así despertar el entusiasmo de la clase, cosa la cual logro o por lo menos se evidenciaba en la cara de las chicas, que comenzaban a sentirse “enamoradas” de cualquiera de los chicos, ya fuera Edward o alguno de los que vivía en la casa.

No me hacia falta tener el don de Edward para escucharlas, en los baños y en los pasillos, comentando y debatiendo, cual de los integrantes de esa extraña familia era el más apuesto, de todos los estudiantes, incluso Jake tenia su ferviente fanaticada. Las colegialas hacían a puestas, para ver quien lograba llevar a alguno de los de la Casa Cullen al Baile de Invierno y eso que todavía quedaban un par de meses para el tan esperado evento, - Dios, como odiaba los bailes, eso no había cambiado en lo más mínimo, por el hecho de que ya no fuera un peligro en la pista, era algo que no marcaba diferencia alguna para mi- se habían incluso colocado reglas de color para las apuestas, la que lograra llegar con Jasper iría de algún tono de azul; la que fuera con Emmett llevaría un color brillante, habían tomado esa decisión inspiradas por la vivacidad que este mostraba; quien lograra llegar del brazo de Edward usaría un lindo color rosa o tal vez lila – sarcásticamente me decía a mi misma lo mucho que lo conocían, como si prefiriese el rosa a el azul- incluso quien fuera con Jake debería usar un color especifico, habían escogido el naranja por considerarlo calido, tal parece el subconsciente les decía algo.

En la clase de Educación Física, que para mi desgracia era obligatoria, mientras Edward trotaba al rededor del gimnasio, junto al resto de nuestros compañeros, yo lo observaba, como era mi costumbre, iba a una velocidad promedio – en su rostro se podía leer lo mucho que odiaba ir lento-  hacia el ejercicio sin derramar ni una gota de sudor ni agitar en lo más mínimo su respiración; cuando se detuvo, luego de treinta vueltas, hecho agua a su cara, al igual que los demás, para “refrescarse”, en ese momento me percate de la conversación que estaban teniendo algunas chicas del grupo, no muy lejos de mi, se preguntaban la una a la otra si debían o no acercárseme para preguntar por ese chico tan apuesto, Edward. Aparentemente tenían la esperanza de que por lo menos una de ellas fuera al baile con él, una de ellas decidió caminar hacia mi, pero pronto se detuvo, supuse fue mi aspecto el motivo.

-       “Por Dios Santo- su irritación hizo sonar esas palabras casi como una maldición- hemos corrido y ella sigue luciendo tan perfecta”- se decía a si misma, mientras se alejaba de hombros caídos.

-       “Celos”- le alcance oír decir a Edward, muy a lo lejos, riéndose de lo que había escuchado, era obvio que estaba prestando atención, así que, había “oído” mucho más que yo.

El resto, de la familia, se concentraba en otras cosas. Jasper se mantenía tan sombrío como de costumbre frente a los simple mortales, imagino era en parte para evitar que alguna de las que lo pretendían se fuese a acercar, y bromeaba abiertamente en nuestra mesa respecto a la gran cantidad de hormonas y de deseos poco convencionales, para las horas de escuela, que estaban en el ambiente; le resultaba tan exasperante sentir esa cantidad descontrolada de sentimientos, que no le pertenecían, por lo que no le quedaba más que hacer burla de eso, todos lo ayudábamos a reír para que despejara su mente. Alice por su parte se entretenía haciendo la del fashion police, descosía a cuanta mal vestida, según su opinión, pasaba por delante de nosotros.

Había días en que nos manteníamos, a la hora de la comida, sin decir nada de gran relevancia, permanecíamos allí sentados, comentando, quizás, una que otra cosa sin importancia, discutiamos ciertas cosas de la escuela y su gente, y  tal vez hablábamos de lo que habíamos hecho, oído o leído la noche anterior, en casa. Hace un par de días el tema de la mesa había sido el hacer burla colectiva de Emmett, que estaba planeando el como vencer a Alice, que lo había derrotado nuevamente en una apuesta – sigo sin entender como podía apostar contra ella o Edward, sabiendo que siempre le ganaban, supongo guarda, en su gran cuerpo, la esperanza de algún día ganarles-.

Hoy salimos del salón acompañados, como ya era costumbre, de los dos humanos, que por algún motivo se mostraban más valientes que el resto, por lo general, aun cuando caminábamos los cuatro juntos, ellos monopolizaban la conversación y en ocasiones nos incluían a Edward y a mi. Él y yo habíamos empezado a actuar de manera más amistosa frente a todo el mundo, aunque habían días en que simplemente nos ignorábamos, muy a mi pesar, o discutíamos por alguna ridiculez, como lo hacen la mayoría de los adolescente, muy alto como para que nos escucharan todos. Todo eso era parte del plan, para que no pareciera que nuestro amor surgía muy rápido, ya era suficiente con que hablaran de la obvia relación de Rose y Emmett, sin contar la sospecha de que existía algo entre Alice y Jasper, como para que también nos sumáramos nosotros dos. A Cristy parecía fascinarle la manera en que nos tratábamos, lo voluble de nuestras reacciones, por lo que sentía su interés, por nosotros, crecer.

-       “Y bien… ¿cómo van las cosas entre ustedes?- era evidente lo mucho que le costo formula aquella pregunta, pero su curiosidad superaba a la pena.

-       “¿Disculpa?”- dije aparentando no saber a que se refería.

-       “Este- por su pausa pensé que dejaría la conversación hasta allí- Edward y tu”- dijo finalmente.

-       “Ah… eso- hice una pausa para evitar reírme- normal, supongo, es un buen chico, pero no sé, algunas veces es tan arrogante”

-       “¿Tu dices?”- parecía querer discutir ese punto, obviamente ella también había quedado atrapada por la voz de Edward.

-       “Si eso digo, tu no vives con él, tienes que verlo caminando por la casa como si fuera la gran cosa”- El saber que él me escuchaba, perfectamente, aumentaba las ganas que tenia de reír, pero me limite a sonreír.

-       “Mmm… Pero no deja de verte, deberías… eh… no sé, intentar y ver que pasa”

-       “¿Eso piensas?- le dedique una mirada rápida al interpelado, sabiendo que Cristy me miraría hacerlo, esa era la idea- Bueno no es tan mal partido, es muy guapo después de todo”

Mis palabras hicieron que sus mejillas se encendieran, para su fortuna ya me había acostumbrado a su constante enrojecimiento, así que lo deje pasar. Ya habíamos recorrido el trecho que había desde el salón, de Matemáticas, hasta la cafetería, que se encontraba a rebozar, llena de estudiantes, para la hora del almuerzo. Sabia que los demás se encontraban ya adentro con sus bandejas. Cristy, callo sus preguntas, ella ya se había acostumbrado a que esta era la hora de sepáranos, nosotros nos sentaríamos con nuestra familia, ella se sentaría con Cristian, que le hacia gran compañía, y volveríamos a estar juntos en la siguiente clase. Así que desfilamos por el comedor, tomando las bandejas, para colocarnos en la fila; todavía algunos jóvenes nos miraban con gran emoción, pero la mayoría ya se había acostumbrado, tanto como fuese posible, a nuestra presencia.

Sentí entrar al gran comedor dos esencias que conocía muy bien, junto a otras que estaban empezando a hacerse muy familiares. Podía escuchar sus pasos acercándose más y más, cuando de pronto coloco su mano en mi hombro.

-       “Hola Bella- dijo esa voz que me encantaba, al tiempo que me tocaba- Ed”- se limito a decirle a Edward acompañando sus palabras con un movimiento de cabeza.

-       “Nessie- le di un aire de sorpresa a mi expresión- pensé que ya estarías con el resto”

-       “No, la verdad, se me hizo tarde en el salón”- comentaba entre risitas

Vi a su alrededor, para comprobar las caras que la acompañaban; como siempre junto a ella, como un guardián, estaba Jacob, que últimamente se mostraba más y más distante de lo que lo rodeaba, se encerraba largas horas a trabajar en su carro y casi siempre comía en silencio, sabia que algo incomodaba a mi buen amigo; pero sin embargo, esa aparente lejana no aplicaba cuando se trataba de Nessie, por ella siempre intentaba poner su mejor cara y se empeñaba en ser lo más amistoso que su humor le permitiera; le había pedido a Edward que por favor lo vigilara, aunque a este le causaba un poco de pena sentir que se entrometía en los pensamientos de Jake y obvio le daba de todo la simple idea de encontrarse con un pensamiento propio de un hombre hacia nuestra hija, accedió a mi petición. Con mis dos conocidos, mi familia, estaban Peter, Robert y Kristen, aparentemente Catherine no había asistido a clases, porque era raro que se separaran.

-       “Este… mmm… B, los chicos nos invitaron a comer en su mesa hoy”- sabia perfectamente que esa información no iba dirigida solo a mi, sentí los cuerpos de los demás, que ya ocupaban sus asientos, tensarse.

Claro que quieren que te sientes con ellos, sienten una adoración por ti, que no se explican, y no desean que te les separes por ninguna razón, pero tienen demasiado miedo como para ser ellos los que van a nuestra mesa- quise decirle eso pero en lugar de eso me di la vuelta para tomar una manzana, que nunca comería, del mostrador; le lance una mirada veloz a Alice, que me contesto con una igual de rápida, su mirada me aseguraba que todo estaría bien, al encontrarme con el rostro de Edward este también me brindo confianza en un gesto.

- “Claro… No hay problema nena”- definitivamente esta seria una larga hora.

- “Bueno, entonces, nos vemos más tarde”- vi como se alejaba, con un paso tan armonioso, acompañada por sus amigos y para mi tranquilidad, aunque la cara de Jake mostraba el poco entusiasmo que sentía por no comer con nosotros, también fue con ella.

 

Todos nos mantuvimos en nuestros lugares habituales, muy atentos a cualquier cosa que pudiera pasar en la mesa que ocupaba nuestra pequeña Nessie, incluso Emmett, que por lo general se mostraba despreocupado de todo, estaba en guardia. Alice monitoreaba el futuro cercano, Edward vigilaba a través de las visiones de su hermana y en cuanto pensamiento nos nombrara algún humano. Los demás simplemente escuchábamos a la distancia lo que ocurría en esa mesa del otro lado del comedor.

-       “Ok, no sé, pero me parece que estamos siendo paranoicos”- Dijo Emmett intentando calmar el ambiente, pero aun así no relajo su postura.

-       “Es cierto, si algo pasara llegaríamos a ella en una micro fracción de segundo”- por su expresión, sabia bien, que Edward estaba contemplando la idea de que si era necesaria él era el más indicado para llegar a ella primero, no solo porque era su padre sino también porque era el más veloz de los seis; no le importaría ponerse en evidencia.

-       “Pero no vamos a tener que ir por ella”- La seguridad en la voz de Alice me calmaba.

-       “Ok, basta, Jazz- le dedique una sonrisa, él sabia perfectamente lo que significaba, de pronto el ambiente se calmo notoriamente- todo saldrá bien y esta con Jake”

En esa mesa se hablaba de planes para el baile, en este pueblo a nadie parecía importarle la lejanía de la fecha para el mismo, y de otras cosas, típicas conversaciones de adolescente, me alegraba ver lo feliz y cómoda que parecía Nessie al hablar con quienes la rodeaban. Por fortuna la hora del almuerzo llegaba a su final, la vi salir hacia su próxima clase con Jake a su lado.

Cristy nos esperaba a las puerta de la cafetería, nos despedimos de los demás y salimos rumbo a la clase de Historia, esta la dictaba el Sr. Tyler, un hombre que no sobresalía en lo más mínimo del resto; esta era otra materia en la que Edward mostraba excelencia, en gran medida porque había vivido parte de lo que se discutía en ella, y yo me limitaba a recordar lo que ya había visto, la primera vez que me gradué en el Instituto. Aun camino a la clase Cristy interrumpió mis divagaciones.

-       “Bella… ¿Puedo pedirte un favor?”- el conversar con mi amiga me distraía de lo que había estado vigilando en el comedor.

-       “Claro”- dije sin pensar, simplemente agradecida de su compañía

-       “Este me da pena… pero ¿podrías, no sé llevarme a casa?, es que mi carro sigue descompuesto y mamá no puede venir por mi hoy”- estaba realmente apenada de tenerme que pedir que la llevara, ella ni siquiera sabia que carro tenia yo, pero yo si sabia que ella conducía un Malibu del 60 y algo.

-       “Ve tranquila”- le escuche muy bajo a Edward

-       “Claro no hay problema”

Entramos a clases, así que, ahora tendría que esperar a llegar a casa para poder hablar bien con Nessie y enterarme de lo que habían discutido en esa mesa hoy, sobre todo el rumor de invitaciones a algún sitio que había escuchado.

 

1 comentario:

Natysh dijo...

Odio q se terminen los capitulos >_<

jajaja, debia decirlo ^^