sábado, 6 de diciembre de 2008

EPILOGO

Epilogo
(POV Reneesme)
- “Pero solo es un niño, solo quería ayudar, nunca debimos permitir que se quedara… nunca debí permitir que se arriesgara tanto- en la voz de papá, la rabia y el dolor peleaban por ver cual era mayor- Bella…- sus palabras salían ahogadas de su pecho- es mi culpa… si solo hubiese podido estar…”
- “No, Edward, ninguno pudo hacer nada- mamá sostenía su rostro con ambas manos, obligándolo a que la viera a los ojos- él quiso protegernos... hizo lo que creía necesario... y tu hiciste tanto como pudiste, cumpliste tu promesa…te quedaste conmigo”- no pudo continuar porque el dolor era cada vez más evidente.
Y así, como muchas noches, me levante en la soledad de mi habitación, llena de temor gracias a las diferentes pesadillas, solo que algunas eran reales.

Mire al reloj y solo eran las dos de la mañana, sabia bien que no podría volver a dormir, así que, me senté en la cama a esperar que saliera el sol.
Ya había pasado la tormenta y el sol estaba logrando levantarse, tanto como podía, sobre el cielo gris, que se había instalado en la casa. Las sombras se habían cernido alrededor de todos los de mi familia y sobre mi misma, aquel horrible día, donde muchas cosas habían cambiado, donde las cosas habían decidido tomar un rumbo distinto.
Allí estaba, sentada al borde de mi cama, esperando que amaneciera, en la casa de la piscina; parecía que habían pasado años desde que cruce estas puertas, desde que viajamos desde Francia, con la decisión de empezar las representaciones de una hermosa vida, como simple mortales. Supongo que al igual que yo, ninguno pensaba que las cosas tomarían los caminos que tomaron.
Recuerdo, todavía, como habían pasado todo, eran memorias que parecían no querer abandonarme. Mi cuerpo tiende a estremecerse cada vez que me abruman esos recuerdos tan dolorosos, las ilusiones que me mostró, aquella mujer, lo que menos parecían era eso, ilusiones; dejaron un sabor tan real en mi, marcas en mi cuerpo que solo yo soy capaz de ver. Habían, sin duda alguna, quedado grabadas a fuego y me condenarían de por vida.
Todavía mi corazón se encoge, cada vez que despierto en medio de la noche, con las lagrimas corriendo por mis mejillas y los gritos ahogados en mi pecho, creyendo esas pesadillas reales, por momentos deseaba no poder dormir, solo para huir de ellas, por no ver el cuerpo inerte de Jake entre mis brazos.
Todos esos temores, que me atacaban desde la sombras de la casa, se esfumaban en lo que sentía sus calidos brazos rodearme y evaporaba con sus labios las lagrimas que había derramado. Esos momentos me recordaban que tenia que ser fuerte por él, que necesitaba mi entereza para seguir adelante, pero ni yo sabia como seguir.
Aunque creo que todos necesitábamos de esa entereza, papá había caído preso de su propio dolor y mamá no hallaba manera alguna de darle consuelo, incluso mis tíos se habían manchado de ese mismo sufrimiento, era como si hubiésemos perdido más que a un amigo, si lo pienso, realmente, era mucho más que eso. El veneno de vampiro puede obrar grandes milagros, pero parece que el salvarlo no era uno de esos, ni siquiera todos los conocimientos del Abuelo o los ruegos de los otros sirvieron de nada, simplemente habíamos encontrado su cuerpo sin vida.
Poco a poco las cosas se han ido tiñendo de colores más felices –tanto como es posible- pero sin embargo, no brillan de la manera tan esplendida que solían hacerlo.
Retomamos a los pocos días, las rutinas, tan bien como podíamos. Todos en el Instituto preguntaban por que nunca habíamos llegado al baile, aquella noche; pretendíamos haber tenido algo más importante que hacer, una emergencia que resolver - ¿Qué más emergencia que salvar nuestras vidas?-.
Mamá había tenido un primer deseo de que nos mudásemos lo más pronto posible, por fortuna abuelo Carlisle, había borrado de su mente esas ideas, le propuso que viésemos como estaban las cosas y que sospechaba la gente, de acuerdo a eso tomaríamos la decisión.
Sé bien, porque la conozco, mejor incluso de lo que me conozco a mi misma, que su preocupación era el que pensarían Cristina y Cristian, este ultimo no recordaba nada de aquel día y Cristy simplemente se había distanciado, alejándose de mi madre; partiéndole, de ese modo, el corazón, había perdido a una excelente amiga, aunque sabia bien, que era mejor así.

La que alguna vez, fue su amiga, nunca la miraba con odio ni con miedo, papá mantenía las esperanzas de que algún día se acercase nuevamente, porque según él, lo único que esta sentía era dolor, porque a quien creía su mejor amiga le había mentido, había ocultado lo que realmente era. Saber eso solo hizo llorar, sin que su rostro se humedeciera, a mi madre y se negaba fervientemente a creer que pudiese recuperar a su amiga, no quería vivir de imposibles.
Tía Rose forzó a Alice, que al igual que papá se encontraba sumergida en la tristeza del abandono, para que empezaran a hacer las cosas que tanto adoraban, luchando por sacarla de los momentos turbios; empezaron a salir, retomando sus locuras, tanto como podían, y al ver esto Emmett decidió reanudar sus juegos y apuestas aunque no contaba con su compañero de juegos –decía que entrenaba para cuando llegara Jasper-, aunque no con el mismo entusiasmo y todavía estábamos de duelo por la perdida.

Jasper se había marchado a los pocos días del ataque, en parte porque supongo no soportaba el dolor que salía de todos nosotros, las emociones comenzaban a hacerse muy pesadas para él y por otro lado porque se sentía culpable de lo que había ocurrido, decía que su debilidad había manchado la casa de negro.
Cada día parecía más fácil, pero yo la verdad, no daba nada por sentado, cuando sabia que nos podríamos derrumbar en cualquier momento.
Lo que nos había ocurrido me hizo dar cuenta de que no era lo que yo creía, ahora estaba aprendiendo a conocerme, siempre pensé, por todo lo que me decían, que era más que especial, ahora me daba cuenta de que no sabia tanto como pretendía y que había que darle a las cosas su justo valor, sin contar que me faltaba una infinidad de cosas por conocer. Había empezado a regocijarme y dejarme arrastrar por pequeñeces a las que ahora le encontraba una gran importancia, cosas que nunca llamaron mi atención ahora me maravillaban.
Aun sentada en mi cama, me di cuenta de los primeros rayos de sol, que empezaban a entrar por mi ventana, por lo que decidí ponerme de pie de una vez. Anoche, había estado un poco triste y como no quería que Jake me viera así, le dije que quería ver si podía dormir sola, claro esta, lo que menos hice fue dormir.
Salí de mi habitación y me alegro el corazón, ver a papá cocinando algo para mi, se le veía mucho más animado, más feliz de lo que se había mostrado desde hace semanas ya –apenas me daba cuenta que habían pasado ya meses-. Le di un fuerte abrazo y él revolvió mis cabellos, cuando me gire vi a mamá en el marco de la entrada de la sala, contemplándonos, le extendí una mano y se acerco para estrecharla en el mismo abrazo, estas cosas solo me mostraban que por más agotada que estuviera de mis propias lagrimas, siempre había algo que podía hacer la diferencia, en lo que me podía refugiar, mi familia era eso para mi, Jacob era eso para mi, era mi escapatoria para salir volando lejos de las pesadillas y todos los temores.
Quedaban en casa todavía Garrett y Kate, que intentaba en todo momento reanimar la vida en nuestro hogar, por lo que habían decidido permanecer, por tanto tiempo como fueran recibidos. En cambio Leah, había salido corriendo el mismo día, después que termino el ataque y no la culpo, yo tampoco querría estar donde había perdido a mi familia.
Recordar eso, humedeció mis ojos y tuve que luchar por mantener la compostura, pero era que su dolor, el de perder a su hermano, me hería profundamente, de pronto las imágenes de su cuerpo contorsionado en el suelo atravesado por una viga de la mesa del comedor, donde había caído llegaron a mi mente, el como perdió la forma de lobo, aquel lobo color arena que tanto había visto correr en torno a la casa y jugar con mi papá junto a mis tíos, para dejar ver su verdadera naturaleza la de un ser humano con habilidades extraordinarias.

Seth había evitado un ataque contra mi madre, que protegía con su cuerpo a mi padre inmóvil en el suelo, exponiendo su propia vida, no creo que pensara que terminaría como lo hizo, que ese seria su ultimo acto, aunque creo que sabia que solo él podía ayudar a mamá, dudo que ella hubiese sido capaz de atacar a Tío Jasper que estaba enceguecido por el olor de la sangre de Cristina, dispuesto a atacar a quien fuese por llegar a su presa.

Sue sufrió mucho con la noticia y el abuelo Charlie la acompaño en todo momento, el servicio fúnebre fue hermosísimo Alice y Rose se encargaron de que fuera así. El día del entierro todos estuvimos allí, pude ver a Leah a la distancia pero en ningún momento se acerco, solo se dio la vuelta y vi sus ropas salir volando mientras se trasformaba.
Termine de cruzar el trecho que había entre la casa de la piscina y la casa principal, todos están revoloteando dentro, los chicos jugaban videojuegos, mientras que Alice obligaba a Rose y a Kate, modelar algo para ella y hablaba en voz alta de la urgente necesidad de salir de compras –definitivamente las cosas estaban tomando su carril otra vez-; el abuelo Carlisle estaba ya en el hospital y abuela había salido temprano, con el deseo de encontrar algo para renovar la decoración de la casa.
Pase directo hacia el cuarto de Jake, después de breves saludos y un abrazo estrangulador de tío Emmett. Me detuve por unos segundos en la puerta dudosa de si tocar o no, roce con mi pulgar el anillo que llevaba en mi anular, en la mano izquierda, eso me hizo sonreír ante esa realidad; tome una respiración profunda y me adentre en la habitación; las luces estaban apagadas y una ráfaga de aire, que movió las pesadas cortinas, me hizo dar cuenta de que las ventanas estaban abiertas de par en par.
Me pregunte como era que ninguno me había dicho que no estaba en su cuarto, sabia que no había pasado mucho desde que salio, porque su esencia todavía era fuerte en el ambiente, decidí sentarme, en su sofá, a esperarlo, seguramente había salido a correr un rato, para despejar la mente.Me di cuenta que sobre la mesa junto a mi puesto actual, había fotos de nosotros, de la familia, de los chicos de la reserva, todas regadas y me dedique por un momento a verlas, en ellas se veía tan feliz, había una en la que salía junto a Seth, que acababa de aventarle en el cabeza un tobo de agua helada. Reí por unos segundos, pero tuve que dejar las fotos de lado, porque habían hecho decaer mi humor un poco.
Un papel en la mesa llamo mi atención, estaba surcado por la precaria letra de Jake y llena de tachones de tinta, lo tome dudosa, no quería leer algo muy personal, pero en lo que lo tuve en manos me di cuenta de que me tocaba leerlo y un nudo se hizo al instante en mi estomago.
“Querida Nessie,
Las palabras no son mi fuerte, pero creo que tu podrás sacar de mi un poco de talento en ese aspecto. Quiero que sepas que ni un solo día, desde que te vi, he podido dudar de la verdad de lo que siento y tus besos se han encargado de revelarme una y mil veces que tu sientes lo mismo por mi, eso solo me hace el hombre más feliz sobre la faz de la tierra, ninguno podría sentir siquiera la mitad de lo que siento, de lo que tu me inspiras. Pero hoy el dolor es muy grande, más de lo que podría soportar, necesito alejarme, simplemente correr hasta que mis piernas no puedan más, no puedo estar contigo si no soy capaz de estar conmigo mismo, mi cabeza es un caos, en la que creo, lo único real eres tu mi vida.Prometo volver, solo que no se cuando, necesito controlar lo que me esta pasando, por favor no dudes de mi, a veces creo que tu me tienes más fe que cualquiera, incluso más que yo.Te amo, como nunca he amado a nadie y como nunca seré capaz de hacerlo, porque tu me has llenado y te haz quedado con todo lo que soy.No decaigas, volveré, te lo juro, porque quiero verte caminar al altar vestida de blanco; volveré, porque sé que no podré estar mucho tiempo lejos.Te amo y nunca me cansare de repetírtelo, lo gritare a la distancia con la falsa creencia de que puedes oírme.Gracias una y mil veces por decirme que si.
Tuyo, Jacob”

Capitulo XXXI Abriendo los ojos

Capitulo XXXI Abriendo los ojos

El peso de las cosas que sucedían apenas empezaban a caer sobre mí, nos habían tendido una trampa y nosotros habíamos caminado a ella con los ojos cerrados, sin darnos cuenta de que camino tomábamos.
Tenia a Edward entre mis brazos, cada vez le costaba más mantenerse despierto, me miro a los ojos, llenos de dolor por ultima vez antes de caer inconciente, tal y como estaban los demás de la familia.
Vi a una mujer salir de la habitación de Alice, ella y Jasper estaban inconcientes, traía tirada de un brazo a Cristina que lloraba sin parar, sin duda alguna de ella había sido el grito que se escucho rato antes.
La mujer parecía desesperada de los llantos incesantes de mi amiga, la tomo con aun más fuerza del brazo y la arrojo contra una de las paredes del pasillo, el golpe en su cabeza fue tal que empezó a sangrar por la frente.
- “Cállate”- siseo con tono amenazante a su oído
Mi amiga no dijo nada, era como ver a un niño temeroso, que esperaba ser maltratado.
La tiro a mi lado, como si fuera un despojo, un completo estorbo en sus planes, al igual que también arrojaron a Jasper y Alice, aunque estos estaban un poco más lejos; la desconocida y el joven rubio se pararon junto a nuestro atacante.
- “Querida Bella, ya no pude resistir más, no le vi la gracia a seguir esperando- dijo él mientras se arrodillaba para ponerse a mi altura- ¿dime que no esperabas este día con tantas ansias como yo?- dijo con fingida alegría- creo que no nos han presentado, soy Alexander, pero puedes llamarme Alex, y ellos son Sara y William”- señalo a los otros dos con un movimiento de cabeza.
Algo en el como me miro me dejo helada, pude darme cuenta de que estuvo tentado a tocarme pero algo lo detuvo.
- “¿Verdad que se ve frágil, no parece el hombre fuerte que se supone que es?”- dijo la mujer refiriéndose a Edward, un gruñido que no pude controlar salio de mi pecho.
- “Cuidado Sara, ella es un poco agresiva”- dijo el joven, que permanecía alejado, algo divertido de la situación
El rostro de Alex se endureció por la ira y se puso de pie, tomándome por los cabellos y arrastrándome con él. Luche para que no me alejara ni de Edward ni de Cristina, aun más allá del pánico, sentía como la ponzoña comenzaba a bañar mi boca y mi garganta ardía en llamas, la sangre de Cristina, llenaba todos mis sentidos, incitándome a tomarla, a ratos parecía que podría sucumbir a tomarla, pero en esos momentos recordaba que tenia una misión más importante.
En lo que vio a nuestro enemigo alejarme, Cristina se arrastro por el suelo, hasta llegar al piano de Edward buscando resguardarse allí, como si en el pudiese encontrarse a salvo de lo que fuese que pudiera pasar.
- “Bella vamos a jugar- dijo Alex apoyando sus manos en mis caderas- yo te voy a soltar y tu vas a correr, si encuentras al otro humano lo dejo libre, si llegas a la salida los dejo libres a todos”- su voz era seductora y me trataba como si me conociera desde hace mucho, como si no tuviera solamente el deseo de matarme, como sin duda alguna hubiese algo más.
Aquel juego, como lo había llamado, que me proponía era muy sencillo, la desconfianza creció en mi, seguramente había una trampa de la que no me estaba percatando, mire hacia la salida del jardín y vi a mi hija y a Jacob en el suelo inconscientes.
Quite su agarre de mi cintura, él me libero sin poner resistencia alguna, pero aun así no me moví, no quería arriesgarme.
- “Sino quieres jugar, vamos directo al acto principal, vete despidiendo de tu familia Bella, que conste que te di una oportunidad- dijo dándome la espalda- CORRE”- me grito y en sus ojos había un rastro obvio de dolor.
Hice lo que me ordeno, no sé porque pero salí corriendo, como si empezara a creer en su oferta, como si verdad lo creyera capaz de liberarme si yo ganaba en su juego.
Me detuve en seco a unos pasos de la puerta principal, todo estaba siendo muy fácil, un fuerte olor de sangre me inundo, pero no era el olor de Cristina, eso solo quiere decir que Cristian también estaba herido en alguna parte de la casa.
Me gire rápidamente encarando a Alex, corrí hacia él, esperanzada de alcanzarlo para poder derribarlo y quizás allí tendría una mejor oportunidad, de que todos saliéramos de esto bien o lo mejor posible.
Me encontraba a unos cinco metros de él, cuando con un movimiento de su brazo una nube fucsia me envolvió, igual a la que había visto la noche que me ataco en New York.
Pegue con fuerza contra una de las paredes del fondo y una presión se instalo en mi pecho, como si pudiese quedar aplastada contra la pared, algo en mi se hizo más pesado, tenia el cuerpo dolorido y mi visión comenzaba a nublarse. De pronto la presión desapareció y caí en el suelo, llena nuevamente de manchas rojas, en mis brazos y seguramente en mi cuello también.
Me levante tambaleante y comencé a andar hacia él otra vez, la neblina colorida me rodeo por segunda vez en una noche, para golpearme con fuerza contra otra de las paredes.
Repetimos la rutina de liberarme y arrojarme unas cuantas veces, ya mi cuerpo estaba agotado, era como si cada vez que me envolvía aquella extraña neblina me robara algo de mi fuerza.
- “¿Es que no te cansas? Esta no es la manera de que te liberes”- dijo con voz irritada dando algunos pasos hacia mi.
- “Déjame ya”- solloce, lo único en lo que me podía concentrar era en mi familia en el suelo.
- Levanto su mano para apartar algunos cabellos de mi rostro – “eres tan hermosa, te pareces tanto a ella”- no entendía el sentido de sus palabras.
Se alejo de mi y empezó a caminar de un lado a otro, algo parecía atormentarlo y yo no entendía el porque de su cambio de actitud.
Volvió a acercarse y empezó a acariciar lo que había expuesto de mi piel, que no era mucho, pero paso sus dedos con tal delicadeza que me sorprendió, era como si temiera el hacerme más daño, rozo con sus suaves dedos cada punto de mi rostro, mi cuello, mis brazos y parte de mi pecho, me contemplaba como si nunca antes me hubiese visto tan detenidamente, como si quisiera ver algo que esta más allá de lo que se podía ver a simple vista. En sus ojos bailaba la llama de las ansias y el deseo.
No entendía como podía ser tan cauteloso en este momento si hasta hace unos momentos estaba decidido a matarnos, si ese era el motivo de que estuviera allí.
- “Maldita sea Bella, ¿Por qué tienes que mirarme de esa manera? ¿Es que acaso no vez que quiero liberarte de esta condena, de que seas esto?”- dijo irritado y herido.
Sus pensamientos estaban dejando de ser coherentes, por lo que podía ver; algo en mi lo hacia presa de algo más fuerte que su idea de matarme. Sin duda alguna estaba luchando con algo en su interior.
- “¿Dime que quieres?”- pregunte con un hilo de voz y mis palabras parecieron sorprenderlo, no solo a él sino a los otros dos también e incluso a mi, pregunte realmente curiosa de su respuesta.
- “¿Qué dijiste?”- pregunto luego de un rato, todavía incrédulo
- “¿Qué quieres? ¿Qué deseas de mi?”- solté jugando a la inocencia y a la seducción, me jugaría todas mis cartas para salir bien de esto
- “A ti”- lo dijo de una manera sumamente dulce, acariciando nuevamente mi mejilla, lo hizo sonar como si fuera lo más obvio.
- “Entonces me tienes, solo si nos dejas en paz”
- “Podría hacer eso”- dijo más para él que para mi, dio un paso atrás para verme mejor, como evaluando la sinceridad de mis palabras.
Aunque las pronunciara aquellas palabras en busca de ganar algo de tiempo, eran totalmente sinceras, haría lo que fuera necesario para asegurar que todos estuviesen bien.
Se acerco a mi, con la emoción de mis palabras pintada en la cara, como si esas le esperanzaran, como si le regalaran algo muy preciado para él.
- “Alex por favor”- dijo la mujer, dando un paso hacia nosotros, se veía irritada aunque su voz sonaba más dolida que otra cosa.
- “No sabes los feliz que me harías- dijo ignorando por completo las palabras de su cómplice- seria tenerte otra vez, solo que ahora para la eternidad”
- “¿Sabes que no te miento cierto? Me quedare contigo, por siempre y para siempre, si no les haces nada”- algo en mi se quebró, si él aceptaba mi propuesta estaría condenada a estar a su lado eternamente ¿podría acaso resistir estar lejos de Edward?
Se inclino hacia mi, yo todavía reposaba suspendida contra la pared, de la cual no me liberaba aun de su agarre, poso sus labios en mi cuello y Sara se acerco a toda prisa para apartarlo.
- “Alex, no le creas, es que acaso no ves que te esta manipulando”- grito herida, había algo más que simple precaución en sus palabras.
Él se limito a verla lleno de odio y en un movimiento rápido la arrojo contra una pared, como lo había hecho antes conmigo, al caer me di cuenta que los chicos empezaron a moverse en el suelo, como si salieran de las tinieblas donde el don de ella era capaz de tenerlos hundidos.
- “Alex, es un juego”- dijo de nuevo la mujer, que se ponía de pie con la ayuda del chico rubio que los acompañaba.
- “Si tu lo que quieres es tenerme a mi, me tendrás”- le dije con un tono seductor, algo desesperada reclamando por su atención.
- “¿Lo dices en serio?”- pregunto esperanzado por mi respuesta
- “No podría estar hablando más enserio, pero ella solo intentara separarnos”
- “No lo lograra”.- dijo al tiempo que acercaba sus labios a los míos, luche contra la repulsión que me producía su simple roce.
La nube que me envolvía se deshizo y cayo asfixiante sobre la que hasta hace segundo era su cómplice, estaba sumamente concentrado en lo que decía al punto que no se daba cuenta que los demás empezaban a levantarse.
Por la casa empezaron a oírse gritos de terror, eran los gritos de Sara, yo sabia bien lo horrible que podía ser el poder de Alexander y no lo había probado por completo, algo me decía que en ella caí con mil veces más fuerza que con lo cayo en mi, estaba dispuesto a eliminarla.
William miraba horrorizado lo que le sucedía a su amiga y su cara se cubrió con un velo de dolor, tal parece que ella era querida por alguien y no era exactamente quien ella creía.
Sin darme cuenta de cómo, comencé a girar en los brazos de Alexander, como si bailáramos sin la falta de verdadera música, más allá de los gritos incesantes de Sara; en su cara estaba grabada a fuego una sonrisa sádica aunque notaba en ella rastros de infinita felicidad, como si sintiera alcanzada cualquier meta.
Le dedique una sonrisa como pude, no era mi mejor sonrisa pero esperaba que la creyera, seguimos girando hasta estar a pocos pasos de una pared, me percate de que Leah, estaba en el suelo saliendo de su letargo, a escasos centímetros de nosotros.
No podía permitir que Alex se concentrara en otra cosa, porque si lo hiciera se daría cuenta de lo que ocurría.
Lo mire a los ojos, de la misma manera que habría mirado a Edward, imaginándome que me encontraba frente a mis tan adorados ojos dorados y no frente a estos pintados de un odiado tono carmín, que la sonrisa que bailaba en su rostro era la sonrisa que me cortaba la respiración y no esta que me llenaba de temor.
Me incline sobre él, conteniendo la respiración para que su olor tan distinto al de Edward no me causara más repulsión y coloque mis labios en su cuello, lo sentí temblar ante mi roce.
No sabia que hacer, de que manera ganar el tiempo suficiente como para que alguien pudiese ayudarme, nunca antes me había enfrentado, de este modo, a algún vampiro; llegaron a mi mente imágenes de Jasper, sus heridas de guerra, esa era la respuesta. Coloque mis brazos por sobre sus hombros y entrelace mis dedos a su rubio cabello, lo escuche ronronear de placer, lamí su cuello y su desagradable sabor llego a mi, deje un rastro húmedo de besos para que se relajara a mi toque, todavía los gritos eran el sonido de fondo de nuestros actos; sin pensármelo más clave mis dientes en su cuello penetrando la piel con facilidad, sus gritos superaron a los de Sara, su sangre bañaba mi boca.
Me empujo hacia el frente y cuando estuvo dispuesto a dejar caer sobre mi toda la furia de su poder una mancha gris se tiro sobre él, era Leah la que lo atacaba.
Me gire a toda velocidad revisando la zona, la mujer, que seguía con “vida”, la niebla que la envolvia se habia esfumado y tenia sus ojos de rojo encendido clavados en mi al igual que el chico; ella y William compartían miradas, concentrados en mi, pero también en Alex que estaba siendo atacado sin piedad alguna por Leah, que fue la primera en despertar.
Me acerque corriendo a Edward, con la esperanza de que reaccionara pronto. Todo paso muy rápido, se escucho como el choque de dos trenes y me vi tirada del lado contrario de la sala, la mujer estaba sobre mi, soltando maldiciones, al tiempo que me mostraba sus dientes.
Veía como estaba cada vez más cerca de mi, ejerciendo toda la presión que su cuerpo le permitía, segada por el odio y la sed de venganza.
- “El muy imbecil creyó en ti”- se escucho su voz alzarse sobre los golpes y el destrozo que se sentía al fondo, Leah estaba enfrascada en una pelea con Alex.
Gire por el suelo junto a Sara y pude notar de reojo que William se había unido a Alex contra la pequeña licántropo.
La escuche chillar y temí por su vida, en ese momento grandes zancadas cruzaron la sala.
Alguien alejo a la mujer de mi, era una enfurecida Esme, su rostro siempre tan amable y amoroso estaba contorsionado de la ira, que la embargaba, tiro a Sara contra la pared de cristal, que estaba cubierta con paneles de metal y antes de poder abalanzarse sobre ella, Carlisle la estaba atando primero.
Vi en dirección a Leah que contaba con el apoyo de Emmett, cada uno con alguno de los malos, por un momento se giro a ayudarlo en descuartizar a William cuando Alex se lanzo despiadado sobre ella, corrí a su socorro pero delante de mi se cruzo el lobo de pelaje rojizo y se lo quito de encima, ambos se lanzaron sobre Alex.
Ni Edward, Jasper o Seth despertaban todavía; Esme y Carlisle se encargaban de Sara; una más respuesta Alice ayudaba a levantar del suelo a Nessie; Emmett se encargaba de retener a William, propinándole cuanto golpe se le antojaba; y Rose había salido en busca de Cristian.
Corrí hasta Edward, el campo de batalla se estaba deteniendo y todo nos daba como victoriosos, cerca de él estaba la temblorosa Cristina, me acerque a ella con la intención de reconfortarla.
- “No me toques- dijo con la voz ronca de tanto llorar justo cuando dirigía mi mano a su rostro- eres un monstruo, todos ustedes lo son”- sus ojos, estaban llenos más que de dolor que de temor.
- “Tranquila”- le dije suave, intentando tocarla otra vez para darme cuenta de que nuevamente huía de mi tacto.
- “Me mentiste, nos mentiste”- la verdad de sus palabras, me hirió, una mentira, el ocultar lo que era, pensando que la protegía, hacia que perdiera a una amiga.
- “Cálmate…”- un cambio en la habitación me hizo tensar.
Al girarme vi como Rose traía en brazos a un inconciente Cristian, que sangraba por uno de sus brazos, pude notar que mi cuñada contenía su respiración.
Había algo más, aunque no sabia que era, envolví a Cristina en mi escudo, era la primera vez que lo usaba en toda la noche, era la primera vez que parecía consiente de que contaba con el.
Me agazape delante de ella y Edward, él todavía no había abierto sus ojos.
En ese momento lo vi, erguirse frente a mi, con los ojos negros de la sed, tal parece apenas se hacia consiente del delicioso manjar que se desperdiciaba en el suelo de la casa, intensifique mi protección sobre mi amiga, ella era la presa y él el depredador, la noche de batalla aun no terminaba.
De todas las personas a las que podría enfrentarme, él no era una de esas, algo en mi me hacia imposible saltar a atacarlo, no podía permitirme herirlo pero tampoco podía permitirle sucumbir ante la debilidad.
Me dispuse a atacarlo si era necesaria, aunque eso me lastimara profundamente.
Se acercaba a mi, con los ojos aun más oscuros si era posible, me agache aun más, saltaría en lo que diera otro paso hacia mi.
No fue necesario mi ataque porque delante de mi salto un celaje color arena, Seth había despertado, lo vi ser lanzado por los aires y caer sobre la mesa del comedor de Esme. Antes de que mi atacante pudiese acércanse Alice salto a él alejándolo.
Repentinamente la mano de Edward se aferro a mi brazo, habia despertado de las neblinas, sus ojos dorados me vieron nuevamente y nada más importo, quedamos perdidos en nuestra propia burbuja y la batalla, los ataques, los miedos y malos momentos quedaron atras, ya solo me importaba que él habia vuelto a mi.

martes, 11 de noviembre de 2008

Capitulo XXX Yo soy su asesino

Capitulo XXX Yo soy su asesino
(POV Edward)

Estaban en el suelo, pero este de pronto se desvaneció y me sentí flotar, sin que hubiese nada a mi alrededor. Era como si volara, cual ave.
Podía escuchar un estruendo, acompañado de un golpe seco y de la dulce voz de Bella que se encontraba rota, dolorida; la escuchaba llamarme y quería ir a donde fuera que se encontrara, el problema era que no sabia donde era eso.
Una luz brillante me cegó, al principio era blanca -¿estaba muerto y llegando a los cielos?- pero se fue tornando de distintos colores que poco a poco tomaron formas.
Allí estaba, sentado en mi silla del salón de Biología, el mismo salón donde había compartido clase con Bella, y en ese momento entro ella, ilumina por la misma hermosa luz, de la primera vez; el profesor la presento, para luego indicarle el único lugar desocupado. El que estaba junto a mí.
La chica, de ojos cafés, se sentó a mi lado y su exquisito aroma me golpeo como lo había hecho aquella vez -¿pero como era posible estar viendo esto?-. Mi boca se lleno de ponzoña y mi garganta se encontraba en llamas.
- “Sabes que quieres Edward, no te resistas, sabes lo deliciosa que seria tomarla ya”- escuche que me decía una melodiosa voz de mujer. Tal parece solo yo la escuchaba.
Nunca la tomaría, sabia perfectamente que había resistido a esa prueba, que ella había logrado vivir, estaban jugando conmigo, pero no les haría fácil ganar.
- “No Edward, ¿y si no fuera tu imaginación?... vamos no lo hagas difícil, tómala en brazos ya y bebé de ella. Deja que esa divina esencia te llene”- tenia que salir de ese lugar antes de sucumbir a aquella voz.
La joven de los hermosos ojos me miraba con preocupación, tal y como recordaba me había visto hace diez años.
Quería gritarle que saliera corriendo, que huyera de mi, pero no hallaba fuerzas para hablar.
Salí como un torpedo, en lo que sonó la campana, rumbo a donde suponía estaría mi Volvo, de aquel entonces, y allí lo encontré flamante como lo recordaba.
La voz que había escuchado en el salón me seguía asechando y mi cuerpo empezaba a rendirse a su petición; ella quería que me dejara llevar, que no razonara, que le di a mi cuerpo lo que me pedía.
Seguí a Bella a su casa, sin darme cuenta de lo que hacia. Mientras corría junto a su camión, me decía a mi mismo que era para protegerla, pero sabía bien que eso era una mentira.
La escuche hablar por teléfono con Renée y entre en la cocina, de amarillo desvaído, al tiempo que ella buscaba algo en la nevera; solo me acercaría un poco, sabía que me podía controlar. Por lo menos eso deseaba creer.
Todo cuanto tenia en manos, lo que seria su cena, se le resbalo, cayendo al piso y haciendo un desastre.
- “Edward”- dijo ahoga Bella, viéndome fijamente.
Y la voz seductora, en mi cabeza, no hizo más que confirmarme que esa era mi presa, que era mía y esperaba que la tomara de inmediato.
Quise resistirme, pero no podía, ya el deseo era más grande. Me acerqué a gran velocidad, hacia su cuerpo, quedándome a escasos centímetros. Aun en esa posición, con su aroma embriagándome y anulando todo control, le ordenaba a mi cuerpo que retrocediera, sin conseguirlo.
Respire profundamente llenando mis pulmones con su efluvio, el monstruo ganaba la batalla, con gran delantera, aupado por la voz desconocida; me encontré, a mi mismo, imaginando el momento en el que su sangre comenzase a descender por mi garganta. No me molesté en controlar el pequeño rugido que salía de mi pecho. Bella lo escucharía, pero eso ya no tenia importancia.
- “¿Por qué te comportaste de esa forma en clases? ¿Acaso te sentías mal?”- el que se preocupara por mi era tan propio de ella, me forcé por escuchar su voz, buscando, aun esperanzada, control en alguna parte de mi.
No tenia control de mis acciones –la voz de mi mente solo me pedía seguir, sonaba impaciente porque llegara el final de mi agonía- Me incliné hacia Bella un poco más, dejándome envolver por aquel dulce e irresistible aroma. Ya no podía soportarlo más. Cualquier rastro de cordura que hubiera en mi se había perdido por completo.
-Lo siento- susurré con la voz rota de dolor, aun intentado apartarme, pero no me era posible, ella era como un magneto; mis músculos se tensaron para atacar y la ponzoña enjuagaba mi boca – tratando en vano de calmar la quemazón de mi garganta-.
La acorralé contra la pared y escondí mi rostro en el hueco de su cuello. Entonces la mordí.
Bella ahogó un grito e instintivamente cubrí su boca con mi mano, impidiéndole gritar. Sabia bien que la casa estaba bastante alejada del pueblo, y nadie le escucharía, pero estaba actuando como un violador que no desea que los gritos de la victima sean escuchados.
Su sangre comenzaba a bajar por mi garganta calmando cualquier dolor que pudiera haber experimentado antes, mi mente me decía que me debía alejar, que no tenia porque ponerle fin a la vida de la mujer que más amaba en el mundo pero el monstruo rugía por más y la voz extraña reía de satisfacción.
Aunque no deseara matarla tenía que reconocer que se sentía fabuloso, así que, en contra de mis propios deseos apreté un poco más mi agarre a su cuerpo y seguí bebiendo. Presioné mis labios fuertemente contra su cuello mientras succionaba desesperadamente, comencé a desear que nunca se terminase la sangre que corría por sus venas. Apreté su cuerpo contra el mío aun más, si es que era posible, bebiendo con más fuerza que antes y deleitándome con el calor que desprendía su cuerpo.
Su corazón se apago y empezó a tornarse fría, allí me di cuenta de lo que había hecho, había acabado con la vida de Bella, que no merecía morir, que tenia un mejor futuro que esto, que el ser solo un bocado, tenia un futuro a mi lado.

Desesperado mordí sus muñecas para llenarla de ponzoña y también mordí su pecho, esperando que empezara la transformación, pero nada sucedió, ya no había color en sus mejillas, se había ido todo de ella.

La mate.

La mecí en mis brazos, rogándole que volviera, que tenia una hija que conocer, que tenia que casarse conmigo; le jure, susurrándoselo al oído, que seriamos felices, que la haría feliz, pero eso solo seria si se quedaba a mi lado.

- “Edward ya se fue – canto la voz que había escuchado antes, estaba solo en la habitación pero la escuchaba con claridad- fue tan suculenta, con razón te volvía loco”

Me seguí meciendo con Bella en brazos, parecía dormida y de pronto volvió la luz brillante, me encontré flotando nuevamente y las cosas poco a poco se hicieron materiales otra vez.

Ahora estaba junto a mi Volvo, en el estacionamiento del Instituto en Forks, y allí estaba ella, tan hermosa y radiante, pero por encima de todo viva, no la había matado. La contemplada perdido en sus maneras, cuando escuche el chirriar de los cauchos de la Van de Tyler en la entrada del estacionamiento, iba directo hacia Bella; antes de pensar en nada, actúe como la vez pasada, salí corriendo a alcanzarla, a salvarla.
Mis pies no parecían lo suficientemente rápidos, corrí con más fuerza todavía, si es que me era posible.
Llegue hasta ella pero ya era muy tarde, la camioneta ya estaba prácticamente encima, no pude evitar maldecir lo que ocurría, la sostuve en brazos pero entre el impacto de mi cuerpo contra el de ella, y el de la camioneta contra el mío, la aplaste contra la parte trasera de su monovolumen, la sangre empezó a salir a borbotones y no me quedo otra que sostener su cuerpo inmóvil contra el mío.
Actúe como un depredador con su presa muerta en las garras, la tome en brazos y salí corriendo de aquella escena. Llegamos al bosque y la volví a poner en mi regazo; tal cual como había pasado en la cocina de su casa, luego que bebiera de ella.

El bosque desapareció y quedamos en una habitación blanca, que no reconocía, nunca había estado en ella.

Una mujer alta, de andar sinuoso apareció frente a mi, ya la había visto, era una de las que había salido de la habitación de Alice antes de que quedara inconciente. Y en lo que hablo reconocí su voz como la que había estado en mi mente, atormentándome.
- “Edward- dijo tras una fuerte exhalada- siempre queriendo ser tan bueno”
- “Calla”- le rugí, ella se acerco más a donde estaba tumbado con Bella y se arrodillo, yo protegí el cuerpo inerte de mi amada con fiereza.
- “Tranquilo, ya no puedo lastimarla más”- eso era cierto yo ya lo había hecho.
- “Fuiste tu la que nos hizo esto”- le escupí en cara
- “No, fuiste tu, tu la convertiste, condenándola a morir; ¿eso era lo mucho que la amabas?, tanto como para maldecirla de este modo”- sus palabras tenían razón.
Abrace con más fuerza el cuerpo de Bella, que se deshizo entre mis brazos, como si pretendiera retener agua entre mis manos.
La busque desesperado y luche porque no desapareciera.
- “Tranquilo Edward, tu la condenaste a muerte, desde el día que pusiste tus ojos en ella, pero no será por tu mano que morirá esta noche. Definitivamente habría sido mejor para ella que hubiese cumplido tu promesa; ¿acaso no lo recuerdas?. Le prometiste que seria como si nunca hubieses existido”- era inflexible en sus palabras.
Recordé todo lo que había visto antes de caer en la oscuridad, y pude escuchar a la distancia la voz de Bella llamándome con desespero, nuevamente, ella estaba en algún lado, al que yo no era capaz de llegar, luchando por su vida, por nuestra vida y sabia que estaba sola porque había visto a mis hermanos caer también.
La mujer abandono aquel cuarto sin puertas y quede solo dando vueltas.
- “Bella, Bella, Bella amor resiste, todo estará bien”- grite con la esperanza de que me pudiese escuchar.


Capitulo XXIX Caidos

Capitulo XXIX Caidos
(POV Edward)

Iba tan concentrado en ella, mientras conducíamos de regreso a casa, que daba gracias al no tener que prestar verdadera atención a la vía.
Escuche un raro goteo contra el parabrisas, voltea a verlo para darme cuenta de que eran salpicaduras rojas, parecía ser sangre ¿pero de donde caía?.
Me di cuenta de que Bella, se percato de lo mismo que yo y ahogo un grito en su pecho, iba a voltear a verla, decidí acelerar un poco más para llegar lo antes posible a casa, algo no esta bien.
De pronto vi mucho más adelante algo que no esperaba ver, allí frente a nosotros, estaba Cristian, ya en su esmoquin, en medio del camino, atado de manos y pies, parecía estar inconciente sobre el asfalto.
Pise el freno y jale la palanca del freno de mano, el auto se coleo, me vi dirigido hacia aquel humano pero preferí enrumbar el auto hacia los árboles, que estaban a los lados de la vía; nosotros saldríamos sin siquiera un golpe, pero otra era la historia de Cris sino lograba apartarnos de su camino.
El auto se detuvo antes de que chocáramos, Bella salio corriendo, rumbo a la carretera para encontrarse con su amigo, que ya no estaba en el camino y yo revise detenidamente el parabrisas, para percatarme de que estaba limpio, como si nunca le hubiese salpicado nada.
Levante la mirada para encontrarme con la preocupación y el terror instalados en la cara de Bella, ya yo sospechaba que pasaba pero ella parecía apenas entenderlo.
- “La casa”- dijo casi sin aliento.
Subimos al Volvo y conduje a toda marcha, más rápido de lo que había conducido en mucho tiempo.
No me importo en el camino de gravilla que las piedras saltaran golpeando la carrocería y rayando la pintura. En estos momentos existían cosas más importantes por las que preocuparme,
Frene el auto haciendo un nuevo esfuerzo y escuche claramente los neumáticos chillar. La casa parecía estar tranquila y eso no era buena señal, no había rastros de Emmett jugando o Garrett contando anécdotas. Escuche un golpe seco en el techo.
Bajamos del auto a la carrera, desesperados por cruzar el umbral de la puerta.
- “Nessie”- grito una Bella desesperada por saber como estaba nuestra hija
Yo le seguía los pasos de cerca, pudimos ver como como Jasper y Emmett la llevaban de los brazos a la habitación de Jacob, quien los seguía; entramos en aquel cuarto e inmediatamente entro Alice. Bella le ordeno que sacara a Crsity de la casa, no hacían falta alguna muchas explicaciones para entenderla.
Bella caminaba de un lado a otro, contemplando nuestras posibilidades, analizando nuestro siguiente paso, yo la miraba junto a Emmett, que estaba más serio que nunca, dispuesto a lo que fuese por lo que me mostraban sus pensamientos; y un Jasper que intentaba, con todas sus fuerzas, calmar el lugar para que pudiésemos razonar mejor.
- “Jacob, sácala de aquí, nosotros podemos distraerlos y ustedes escapan”- soltó Bella de repente, deteniéndose en seco
- “Mamá”- dijo Nessie, pero no importaba que dijese, Bella ya parecía haber formado un plan
- “No Nessie, nada, se irán en cuanto antes, podremos distraerlos para que salgan- Bella le hablaba a nuestra hija intentando parecer segura de sus palabras- Renée tiene algunas cosas para ustedes, por favor no permitas que le pase nada a mi niña”- dijo esto ultimo girándose a Jacob, la voz de mi ángel estaba sumida en la desolación.
Bella había, aparentemente, echo un plan sin consultármelo, entendía el porque y por eso no me sorprendí al escucharla, el lugar más seguro del mundo, para idear cualquier cosa, era su pequeña cabeza.
De pronto otras ideas llegaron a mi cabeza, Jacob pensaba en lo mal que estaba en que hubiese decidido que fuese esta noche, que quería fuese especial, para pedirle a Nessie que se casara con él y ahora estaba arruinada por una batalla- ¿QUE EL LE PIDIO A MI BEBE QUE SE CASARAN?-. Finalmente entendí el significado de sus pensamientos.- “¿Qué tu que?”- gruñí, avanzando hacia él, le arrancaría la cabeza si era preciso, ella era solo una niña, en cuerpo de mujer tal vez, pero solo una niña.- “¿Qué pasa?”- pregunto Bella y eso detuvo mi ataque, lo necesitaba ahorita para protegerlo, después podría matarlo. Por la mirada que me dirigió supe que había entendido mi pregunta.
- “Nada, solo que estos dos acaban de comprometerse”- solté sin pensar en la reacción de Bella, que automáticamente se puso en posición de ataque; aparentemente no tendría que ser yo quien lo matara. ¿Cómo se le había podido ocurrir semejante locura?.
Alice debió adelantarse a las decisiones de Bella, Rose entro a la habitación, para salir de inmediato a ayudar a los demás, con un pequeño bolso, que reconocí como de Nessie, lleno de algunas cosas personales y algo de efectivo.
- “Le deje un foto de todos”- me dijo Rose en pensamiento, parecía destrozada con la inminente separación y la idea de lo peor.
Yo asentí y le extendí el bolso a Bella.
- “Si todo sale bien, eso lo discutiremos después, ahora tienen que irse”- dijo con voz áspera, aun llena de furia, mientras le extendía el bolso a Nessie, quien lo tomo sin hacer preguntas.
Todos salimos de aquella habitación, Carlisle salía de su estudio con las llaves
del Mercedes en mano y se las tiro a Jacob, seria más rápido huir en aquel carro que en el Jeep.
Nessie iba en medio de una formación improvisada con Bella y conmigo por delante de ella. Alice estaba preparando, en la habitación, a Cristina para sacarla; Rose se unió a nosotros, tomando posición junto a Emmett; mientras que, Leah y Seth ya se habían trasformado en la sala, uno se ellos se quedaría con nosotros y el otro escoltaría el carro en su escapada.
Kate y Garrett entraron, a la carrera, por la puerta trasera. La casa parecía estarse bloqueando, los paneles de acero que cubrían los ventanales estaban ya en su posición. Las luces se apagaron, mientras nos dirigíamos a la puerta principal, y se escucho un grito lleno de pánico, desde el cuarto de Alice, era Cristina la que gritaba.
Jacob tomo a Nessie de la mano y la dirigió a la puerta trasera, les tocaría escapar por allí; Jasper salio corriendo en compañía de Esme y Carlisle a ayudar a Alice para sacar de aquí a la humana.
El ambiente comenzó a hacerse pesado, mi cuerpo ya no parecía mío. Me desplome en el suelo arrastrando a Bella conmigo, que hacia lo posible por sostenerme; vi caer también a Rosalie y a Emmett, no muy lejos de donde caí yo.
Garrett, Kate, Seth y Leah se colocaron frente a mi protegiendo mi posición y la de Bella, bloqueándole el paso a un hombre alto que aparecía de las sombras.
Me gire como pude, con la esperanza de que Nessie y Jacob hubiesen logrado salir, pero no fue así, me encontré un con un Jacob que le gritaba a Nessie que volviera con él, que no se desmayara, mientras ella se desplomaba en sus brazos y él también caí en el suelo inconsciente.
Otras dos personas salieron de la habilitación de Alice, un joven rubio y una mujer de cabello oscuro; con los miembros de mi familia, inconscientes en brazos y una Cristina que lloraba descontarla, llena de pánico.
Mi cuerpo dolía, como si estuviera en una prensa, luchaba por mantenerme despierto pero cada vez me era más difícil hilar mis pensamientos. Pude ver como los lobos se separaron para atacar por lugares distintos al hombre frente a nosotros, cayendo al suelo antes de poder alcanzarlo.
Lo ultimo que vi, antes de hundirme en la oscuridad, que me estaba ganando la batalla, fue como caía a nuestro lado Cristina y Bella buscaba cubrirla con su cuerpo al tiempo que cubría el mío también.
Perdí la noción del tiempo y la noche se fue sobre mi.

Capitulo XXVIII Maldita Interrupción

Capitulo XXVIII Maldita Interrupción
(POV Nessie)

No sé por que, pero hoy sentía que el día llegaba más rápido de lo que normalmente lo hacia; me gire hacia mi mesa de noche para ver la hora, era temprano pero tarde a la vez, si quisiera ir a clases llegaríamos tarde y aprovechando un día libre de Instituto, era muy temprano para salir de cama.

Recordé, en lo que no estuve tan soñolienta, porque me encontraba tan emocionada y deseosa de este día, hoy era el Baile de la Escuela.

Me pare de un brinco ágil, dejando atrás la comodidad de mi habitación, corrí hacia el cuarto de baño y me di una ducha relajante, el agua tibia siempre era útil a la hora de calmar mis nervios o mis ansias, en este momento eran ambas cosas.
Me puse unos jeans y una camiseta blanca, no tenía mucho sentido arreglarme si mis tías iban a estar encargadas de eso hoy. Me hice una coleta alta y lista.

Cuando salí a la sala, papá estaba con mis tíos comentando algo sobre ir hasta New York, a comprarle algo a las “chicas” –espero que a mi también me compren algo-.
- “Miren quien se a levantado”- dijo Emmett detrás de una risa nerviosa, supuse que para ocultar su conversación.
- “Nena es temprano para que estés de pie en un día sin clases- Jasper siempre tan preocupado, se acerco para darme un abrazo- además te aseguro que necesitas descansar para soportar lo que te tienen preparado, tus tías”
- “Me lo imagino, pero espero que hagan un buen trabajo- le dije con un guiño para luego darle un beso- y bien papá ¿Qué van a comprar?”- mi pregunta no lo tomo desprevenido pero si se quedo de una pieza ante lo directa que fui.
- “Buenos días hija”- me contesto con su sonrisa más hipnótica
- “No te va a funcionar esta vez, dime”- siempre que me quería hacer olvidar una conversación me sonreía de la misma manera..
- “Bueno, nena…”- empezó Emmett acercándose a mi
- “Emmett”- dijo mi padre como para que este no dijera cosas imprudentes
- “Edward cálmate, sabes lo testaruda que es, no sé a quien se parecerá,-dijo rodando sus ojos- en fin, queremos comprarle unos detalles a las chicas, hace mucho que no íbamos a un baile de estos”
- “Me lo supuse”- todos menos papá, se sorprendieron de que allí dejara el tema.
- “Por cierto princesa –llamo mi padre para que volteara a verlo- Jacob te espera en la casa principal”
Después de que me dijera eso salí corriendo a la casa, para encontrarme con Jacob recostado de la encimera de la cocina, se veía distinto a como lucia normalmente, quizás más feliz.
Mamá estaba tumbada en uno de los sofás, de la sala de juego, con libro en mano. La salude con un rápido beso que ella me contesto.
Cuando me acerque a Jacob, me percate de que sobre uno de sus hombros llevaba un bolso, algo raro en él, porque no era de los que cargaba nada de equipaje, ni siquiera cuando me dejo aquella vez se llevo algo.
- “¿Vas a algún lado?”- pregunte tímida de lo que me pudiese decir.
- “No, vamos a algún lado”- dijo formando una sonrisa en su rostro, como adoraba verlo sonreírme
- “¿Ambos?”
- “Sé que no soy muy brillante, pero supongo que el vamos, quiere decir que ambos”- le di un golpe juguetón en el hombro, ante aquella explicación.
- “¿Y adonde me llevas?”
- “Eso es una sorpresa”
Se coloco mejor la mochila, me tomo de la mano y se encamino a la puerta trasera, no me interesaba saber a donde iríamos, solo quería estar con él, hace días que no teníamos un momento real para nosotros, sin preocupaciones.
- “Chicos”- llamo mamá, desde el sillón
- “Mamá, no tardaremos mucho, lo prometo”- le dije con ojos de suplica
- “Solo quería desearles que pasaran un lindo día, dudo que tu tía llegue pronto, así que, si llega antes me sacrificare por ti. Pero vuelvan temprano, tampoco es que se van a perder todo el día”- corrí a ella y la abrace, luego volví a donde estaba antes para tomar de la mano a Jake y halarlo fuera de la casa.
Cruzamos los jardines, encaminándonos bosque adentro, pronto él tomo el liderazgo de la marcha, después de todo era él quien sabia a donde nos dirigíamos.
El día estaba hermoso, habían nubes en el cielo, que lo hacían lo suficientemente nublado como para que los vampiros de la casa pudiesen salir, pero sin embargo era brillante y no estaba para nada húmedo, como de costumbre.
Llegamos a unas rocas, por las que cerca debía pasar agua, porque podía oírla correr, mire más allá para encontrarme con una zona boscosa, donde los helechos eran bajos, perfecto para sentarse un rato.
Parecía que Jake pudiese leerme la mente, porque antes de que pudiese dar un paso, ya me tenia en brazos hacia aquel lugar, era de los más bello que había visto nunca. Se arrodillo y me puso con delicadeza en el suelo.
- “Encontré este lugar patrullando”- dijo antes de que pudiese preguntar
- “Es bellísimo”
- “Y el día esta muy bueno para estar aquí”
- “Si que lo esta”- dije tirandome sobre los helechos y cerrando mis ojos para que mis sentidos sintieran todo lo demás.
- “La niña no teme ensuciarse”- dijo Jake luego de un rato de silencio
- “Tu sabes bien que no”- dije, antes de que se lanzara sobre mi y nos hiciera girar por el suelo, de ida y vuelta.
No podía evitar reír, con todas mis ganas, cuando se comportaba así, cuando se dejaba de sarcasmos y preocupaciones y simplemente se dejaba llevar. Conmigo siempre tiene una especie de cuidado pero supongo que es por eso de haber estado conmigo desde mi nacimiento, en realidad desde antes de eso.
En ocasiones, sentía que no me sabia expresar bien con él, que no me dejaba ver lo suficiente para que me entendiera, sin duda sabia que lo amaba, pero no se imaginaba cuanto.
No sabia que él era mi mundo y que yo solo estaba para giraba alrededor de su orbita, que no importaba que hiciera o dijera él era mi certeza, que me mantenía a su lado sin necesidad de retenerme, que nunca había querido tanto algo. Que por más fuerte y especial que me creyeran todos en casa, incluso él, su amor me hacia frágil porque si algo podía destruirme era él si así llegaba a desearlo, podría enfrentarme a un ejercito de enemigos pero nunca a su abandono.
Lo encontré mirándome a los ojos, perdido en ellos y yo me perdí en los de él, su cercanía alejaba cualquier pensamiento triste y me hacia sonreír de nuevo. Estaba sobre mi todavía.
- “¿Sabias lo hermosa que eres?”- dijo en un susurro, parecía haber quedado sin aliento y aun me miraba con intensidad a los ojos
- “Quiero creerte, que es así”
- “Pues créeme”
En el bolso cargaba unas cuantas cosas de comer, estuvimos hablando de mil cosas distintas, muchas sin importancia alguna pero que nos mantenían en conversación.
Nos tiramos al suelo nuevamente y temo mi mano como para nunca soltarla, en mi rostro se dibujaba una sonrisa de satisfacción al sentirlo tan cerca y entregado a jugar con mis dedos.
No sé cuanto tiempo habíamos estado así; tenia mis ojos cerrados, pero pude sentir como se colocaba de lado para verme, eso siempre me hacia ruborizar un poco, porque por más segura de mi que pudiera estar en el mundo, eso no evita el que sintiera miedo de que él pudiese ver algo malo en mi.
Abrí uno de mis ojos para verlo sonreírme, parecía que estaba contemplando algo fascinante, la tela de mi camiseta se había levantado un poco y se podía ver la piel de mi vientre, supuse que era eso lo que veía y volví a cerrar los ojos.
- “Brillas- dijo como si fuera solo para él. Abrí los ojos enseguida y él dejo escapar una risita tonta- no como los demás, pero brillas”- su voz sonaba tan amorosa
No era como si nunca me hubiese visto brillar, me había visto correr, creo que incluso sin ropa, cuando era niña bajo el sol; pero algo en esta oportunidad le llamaba aun más la atención. Lo mire pasar su mano por encima de mi cuerpo sin siquiera rozarlo, en estos momentos ansiaba su toque.
Se inclino hacia mi, me dio un tierno beso en la mejilla; luego, con sumo cuidado, beso mis labios, pero se aparto muy rápido como para que pudiese responder al beso como era debido –note que mantenía sus ojos cerrados- paso sus manos por la piel de mis hombros y mis brazos, bajo su rostro hasta mi vientre y allí apoyo su mejilla calida, que me hizo temblar, coloque mis manos sobre su rostro y allí quedamos otro rato.
- “Eres fresca, no eres calida ni fría, eres fresca”- dijo muy bajo como contestando una pregunta.
No pude más que reírme a sus palabras y al poco tiempo empezó a reír conmigo. Se incorporo de un salto y tomo firmemente mis manos entre las de él, viéndome a los ojos otra vez.
- “¿Nessie sabes cuanto te amo?”- pregunto repentinamente, lleno de un humor inmejorable
- “Claro que si Jake, tu sabes también que te amo”- lo mío no fue una pregunta. Se llevo mis manos a sus labios y las beso.
- “Renesmee…”- la posición en la que quedaron nuestras manos me permitió ver la hora en mi reloj
- “Corre Jake, o Alice nos mata por llegar tarde”- me levante a toda prisa y él hizo lo mismo, aunque parecía algo desilusionado, cogimos el bolso y salimos corriendo.
- “Nessie”- lo escuche llamarme
- “Abra tiempo después Jake- le dije con una sonrisa en la voz- ahora veamos quien llega primero a casa”- termine mi frase acelerando el paso.
Llegamos a casa para encontrados a mamá y Alice con la abuela en la cocina, la casa estaba impregnada a olor de cebolla y ajo. Me acerque y le di un beso a mi abuela la cocinera, que quiso hacerme probar lo que fuese que estaba preparando.
- “Uy no abuela, que lo pruebe otro”
- “Veamos, vampiro, vampiro, vampiro”- la abuela señalo con la cuchara a las tres mujeres en la cocina. Tenia que huir de probar eso.
- Mire a todos lados, en busca de una salida y allí estaba Jake, ajeno a la conversación- “Abuela, olvidas a un hombre lobo glotón”- dije tirando de él para que encarara la cuchara.
- “¿Por qué yo? los vampiros no cocinan y ¿si me envenena sin querer?”
- “No seas llorón, dudo que la abuela le halla echado algo que no sea de la receta”- a veces era tan infantil, definitivamente a pasado mucho tiempo con Emmett
- “¿Y si me intoxico?”- como si eso fuese una probabilidad.
- “Tu comes hasta piedra”- ya me esta impacientando porque si no lo probaba él, tendría que probarlo yo.
La abuela puso carácter y le acerco la cuchara haciéndola del avioncito, como quien alimenta a bebes. Aunque arrugo la cara en un principio confeso finalmente que lo que estaba cocinando la linda Esme, estaba bueno.
Papá llego a casa con mis tíos, y en lo que me vio en la cocina me guiño el ojo.
De algún lado apareció Alice gritando que ya era muy tarde y que teníamos que empezar a arreglarnos, le dio instrucciones a todo el mundo y mando a papá y a mamá por algo al pueblo mientras ella salía en busca de Cristina.
Sin darme cuenta Rose me había tomado del brazo y me arrastraba a la habitación de Alice, por lo visto la transformación comenzaría.
Antes de que se trancara la puerta vi a Jake entrar en su cuarto, seguramente dormiría un rato.
Rose me llevo hasta la silla, que estaba frente un montón de espejos, mi vestido y lo que usaría esta noche, todo, estaba sobre la cama.
- “Niña, ¿Qué has hecho? Estas hecha un asco”- dijo mi tía quitándome una ramita del cabello
- “Nada, es solo que nos tiramos en los helechos hoy”
- “Siempre tan original el perro- dijo ella llena de sarcasmo- anda a darte un baño, hazme el favor”
Hice lo que me pidió y me deje calmar bajo el agua tibia, nuevamente. Cuando salí de la ducha, me di cuenta de que ya empezaba a caer la noche. Me dispuse otra vez en dirección a la silla, Rose ya se había peinado y maquillado, supuse que se había bañado en su habitación mientras yo hacia lo mismo en esta.
- “Familia ya estamos en casa”- al rato de que Rose estaba trabajando en mi cabello se escucho el grito Alice desde la sala.
- “¿Por qué tiene que ser siempre tan escandalosa?”- dijo Rose moviendo sus manos un poco más rápido
Para cuando entraron a la habitación ya estaba casi lista. Alice le indico a Cristina donde estaba el baño; y ella junto a Rose, terminaron de arreglarme, les pedí que me dieran un momento para comer algo y accedieron siempre y cuando no dañara su obra maestra.
Llegue a la cocina y cogi unas galletas de chispas de chocolate, que también había hecho la abuela; al rato llego Jake también a comer algo, en la casa estaban Emmett, Jasper, Seth, Garrett y Kate jugando frente al televisor; Alice y Rose estaban trabajando ya en Cristina; Leah estaba sentada al frete de la casa sobre el pasto; Carlisle había llegado y pasado directo a su despacho con la abuela.
- “Estas muy linda”- dijo Jake
- “Bellísima, sobre todo arreglada del cuello para arriba y con este mono y una franela gastada, seguro la más hermosa del Baile”
- “Siempre estas bella sin importar que lleves y esa camisa, por cierto, me parece familiar”
- “Claro que si, es tuya”- dije con una sonrisa enorme
- “Lo sé, lo sé- de pronto su tono cambio un poco- ven conmigo un momento”- me tomo de la mano y me dirigió a donde estaba el piano de papá
- “Si daño mi maquillaje me van a matar”
Me sentó en el banquillo del piano y se paro frente a mí tomando mis manos con fuerza.
- “Nessie, te amo como nunca pensé que amaría a alguien y me has hecho saber que puedo ser mejor”- dijo todo eso con una sola toma de aire, me llevo un momento entenderlo, sentí como mis mejillas se encendían.
- “Jake”- dije suave, buscando que me viera
- “Nessie no me imagino estar lejos de ti y no quiero que pienses que cualquier día podría irme- hizo una pausa y tomo aire- Renesmee Carlie Cullen ¿quieres casarte conmigo?- dijo esto ultimo colocando una de sus rodillas en el suelo y sacando del bolsillo de su pantalón una sortija pequeña, no muy llamativa y definitivamente con algunos años- sé que no es de lo más linda pero es lo mejor que te puedo dar por el momento, solo si decides aceptarme”- sus palabras iban acompañadas de sus actos, estaba deslizando la hermosa sortija por mi dedo.
Se escucho un golpe seco en el techo de la casa, pero no preste atención, todavía no encontraba mi voz para decirle al hombre que tenia al frente que si me casaría con él, que huyéramos ahora mismo, para hacerlo oficial; que si “pedíamos prestado” el carro del abuelo estaríamos en Las Vegas en poco tiempo.
Por la casa empezaron a oírse maldiciones y a sentirse la agitación, mis tíos y todos los demás iban de un lado a otro con cierto grado de desesperación; los paneles de acero, que había en las ventanas se bajaron; Leah entro a la carrera por la puerta principal y se escucho el chillido de unos neumáticos en la calzada de la entrada, seguido de las puertas que estaban siendo azotadas.
- “Nessie”- se escucho el grito desesperado de mamá desde la entrada
Jasper y Emmett me tomaron cada uno por un brazo y me llevaron a la habitación de Jake, con él siguiéndonos de cerca, todo estaba pasando muy rápido no sabia bien que era lo que ocurría.
Sentí a mamá pasar a la casa a la carrera, seguida de cerca por papá, que traía el rostro inexpresivo.
- “Sáquenla de aquí”- dijo mamá a Alice que estaba en el cuarto con nosotros, se estaba refiriendo a Crsity.
Yo no entendía ni la mitad de lo que decían a mi alrededor. Se acerco y me encero en un abrazo, podía escuchar el gruñido que tenía atrapado en su pecho. Me soltó y empezó a caminar de un lado a otro, como haciendo un plan.
- “Jacob, sácala de aquí, nosotros podemos distraerlos y ustedes escapan”- hablaba a toda prisa.
- “Mamá”- la llame con voz ahogada
- “No Nessie, nada, se irán en cuanto antes, podremos distraerlos para que salgan- se volvió a Jake para seguir con las indicaciones- Renée tiene algunas cosas para ustedes, por favor no permitas que le pase nada a mi niña”
- “¿Qué tu que?”- interrumpió papá, por un momento pensé que era por lo que había dicho mamá, pero en lo que lo vi avanzar hacia Jake supe que no.
- “¿Qué pasa?”- pregunto mamá prestando un poco más de atención
- “Nada, solo que estos dos acaban de comprometerse”- mamá soltó un gruñido audible para todos y se dispuso a saltar sobre Jake pero se contuvo a tiempo.
- “Si todo sale bien eso lo discutiremos después, ahora tienen que irse”- dijo con voz áspera, tendiéndome un pequeño bolso.
Todos salimos del cuarto, los lobos habían entrado en fase en el medio de la sala y todos en casa llevaban algo más cómodo que vestidos para pelear, abuelo le lanzo a Jake las llaves del Mercedes. Él me tomo de la mano y andamos más rápido por los pasillos de la Mansión, antes de que pudiésemos llegar a la entrada, se escucho como se sellaba la casa, las luces se fueron y se oyó el grito de Cristina, desde la habitación de Alice.
Jake me arrastro hacia la salida trasera y pude ver a nuestro paso como papá y mis tíos caían al suelo, mis abuelos y Jasper iban por la humana; y Garrett, Kate y mamá junto a los lobos, se agazapaban en el suelo, listos para atacar.
Sentí que se me iban las piernas y perdía la conciencia, no sin antes escuchar la voz angustiada de Jake, pedirme que volviera.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Capitulo XXVII Alexander

Capitulo XXVII Alexander
(POV Alexander)

Todavía recuerdo la sensación del sol sobre mi piel, calentándola toda, y como su hermosa risa sonaba como música a mis oídos, como habíamos reído corriendo entre las cosechas, mientras se ocultaba de mi, como sus rizos dorados danzaban y brillaban bajo la luz de los cielos.
Recuerdo el día que le di un mechón de mi cabello y ella me dio de sus rizos atados por seda- todavía lo llevo conmigo- me es imposible olvidar que me dijera que si, cuando propuse que fuese mi esposa, no me importaba ni un poco quien era su padre y mucho menos que diría el mío. La quería para mí, ella seria mi esposa, la madre de mis hijos.
Había salido a su encuentro, escaparíamos bajo el velo de la noche. Italia dormida en los brazos de Morfeo y nosotros no éramos más que dos amantes fugitivos, sin tierra, sin hogar y sin nombre si era preciso, ella seria mi refugio, mi casa y yo seria el de ella.
Nunca llegue a su encuentro, sus ojos fueron lo ultimo que paso por mi mente, antes de que mi cuerpo ardiera en llamas, pensé que mi agonía se debía a un castigo de los dioses por deshonrar mi buen nombre.
Desperté de aquel infierno diferente, ya el mundo no era el mismo, yo no era el mismo, todas las cosas tenían una tonalidad distinta, ni el poeta más prodigioso habría podido escribir el refulgir de este nuevo sentido.
Mi cuerpo se convulsionaba, estaba en un sitio que no conocía, solo en una habitación que me era completamente extraño de pronto un aroma divino, casi celestial me golpeo, provenía de mi aquella esencia, pero no sabia que era, hasta que tuve en mis dedos los rizos dorados de mi amada, de ellos era ese aroma tan exquisito.
Sin darme cuenta me puse de pie, mi mente estaba en mil cosas distintas, haciendo preguntas y dando respuestas, yo solo quería verla -¿tenia sed de ella?-.
No lo pensé, hasta que me vi corriendo en dirección a su aroma, que me embriagaba, que había llenado todos mis sentidos, al llegar a su casa trepe a su habitación, sorprendido de las habilidades de este nuevo cuerpo, supongo que otorgado por los dioses.
Allí estaba durmiendo, se veía distinta, más hermosa de lo que la recordaba, más hermosa de lo que nunca la había visto, y pensaba que eso era imposible.
Mi boca comenzó a sentirse rara y mi garganta ardía, ella se removió entre sueños; podía notar que había estado llorando antes de quedarse dormida, me acerque a ella y a mi tacto abrió los ojos con preocupación, me vio por unos segundos, cuando extendí mi mano a su rostro huyo de ella, como si estuviese frente a una pesadilla – sin duda alguna me temía, lo sabia con certeza-.
Se levanto para correr hacia la puerta pero yo llegue primero que ella, bloqueando su ruta de escape.
Entre más cerca la tenia mayor era mi deseo, ella era intoxicante. La tome entre mis brazos y la vi llorar, como si le estuviese haciendo daño, tratando de liberarse de mi agarre, y su aroma no hacia más que volverse aun más intenso para mis sentidos.
Sin pensarlo me incline hacia ella, para poner mis labios en la piel de su hombro descubierto por el camisón, allí sentí su piel hirviendo contra la mía y su corazón frenético, podía incluso escucharlo bombear, ella templo entre mis brazos.
Mis sentidos se nublaron, el deseo me domino y solo pensé en probarla, la sostuve con más fuerza que antes y dirigí mis labios a su cuello, exponiendo mis dientes en el proceso, ella parecía recitar alguna especie de plegaria, mientras más y más lagrimas salían de sus ojos.
Aspire su esencia y sin razonar en mis actos, clave mis dientes en su garganta, fascinado con lo sencillo que fue penetrar su piel, en como sonaban sus gemidos a mi tacto y en como su sangre tibia, recorría mi cuerpo y calmaba el ardor de mi garganta.
El latido de su corazón se fue apagando, hasta que ya no lo escuche más, al igual que ya no escuchaba su respiración ni nada de su cuerpo, ahora inmóvil, entre mis brazos.
En ese momento me di cuenta de lo que había hecho, había acabado, sin darme cuenta, con la vida de la mujer que representaba todo en mi, de la mujer que sino me hubiese perdido antes de llegar a su encuentro, ahora mismo seria mi esposa.
Me arrodille con su cuerpo en mis manos, y quise llorar sobre su lecho, para darme cuenta de que nada salía de mis ojos, ni una sola lagrima que demostrara mi dolor.
- “Sabia que vendrías a ella”- escuche una voz, por encima de mis lamentos
- “¿Sabias?¿Por que no me has detenido?¿Por que me dejaste llevarme su vida?”- le reproche a aquel extraño
- “Algo tenias que comer hijo mío”- dijo lleno de cinismo
Me levante dejando con sumo cuidado el cuerpo de mi amada, como si pudiera lastimarla más, en la cama para luego abalanzarme contra aquel hombre.
Antes de que pudiese alcanzarlo, estaba en el suelo revolcándome con un dolor insoportable, que de pronto seso, al igual que todo, era como si el mundo se hubiese apagado, tan fácil como sopla la llama de una vela.
Pasado un rato, sin saber que tanto, me incorpore, algo más calmado, como temeroso de que pudiesen hacerme lo mismo otra vez.
Aquel hombre, se presento como quien me había trasformado, decía llamarse Cayo, y ser algo así como un rey, me proclamo a mi, como uno de sus más queridos hijos, quien de ahora en adelante caminaría a su lado y le serviría con su talento.
Este hombre, bestia, demonio, dios o lo que fuera me había maldicho, porque el solo haberme dejado tomar la vida de quien quería como mi mujer, me condeno al vacío.
Intente matarme, todo intento fue inútil, ni saltar de riscos ni clavarme espadas, nada funcionaba para acabar con mi purgatorio.
Escape a los años de su manto, escondiéndome, comiendo mendigos, ladrones y una que otra doncella, peleando por destruir en lo que me habían convertido, intentando acabar con esta plaga, que infesta al mundo –esperanzado, quizás, en que alguno me de muerte-.

Estaba en Francia, con mi querida Sara, la había encontrado durante el periodo de la Inquisición, casi la matan, culpándola de bruja, al verla algo en ella, en sus ojos, evito que la dejara morir; me arme de valor y la convertí, nunca había hecho eso, pero no iba dejar a esta amazonas irse, tal vez era lo que necesitaba a mi lado.
Ella siempre se preocupaba por llenar un hueco que me carcomía, quería ser para mi lo que nunca podría ser, yo, para ella; había llegado a amarla, de una manera poco convencional y nunca como amo a mi bella Helena, cuyo recuerdo me persigue, pero ella era lo que me quedaba.
- “Alex levantarte, vamos salgamos ya”- era William, eufórico en la entrada de mi despacho.
Él era un chico al que había encontrado poco después de que lo convirtieran, vagando solo por las callejuelas de un Londres muy pobre.
Desde entonces actuábamos como una familia, en contra de lo que éramos, habían apoyado, en todo momento, mis deseos de venganza y borrar de la tierra a nuestra raza –creo que más que todo era el deseo de no estar solos-. Al igual que yo, ambos tenían ciertas habilidades, el chico era capaz de copiar la habilidad de otros condenados, por cortos periodos de tiempo, pero nos había sido de mucha ayuda en el último siglo y Sara tenia un poder más encantador todavía, plantar ilusiones, recuerdos o pesadillas en las cabezas de otros, don muy útil para desorientar. Yo por mi parte, con solo acercarme un poco era capaz de saber cual era el mayor temor de quien eligiera como victima y también soy capaz de general campos de energía, que pueden causar mucho daño, si me lo propongo.
En los años habíamos levantado ciertas fachadas, Sara era, ante la sociedad, mi esposa; William, mi impetuoso hermano menor y yo un abogado internacionalista; Alexander Reynold.
Me encantaba permanecer en Europa, que se ha preservado lo mejor que pude en el pasado, aunque claro esta no es lo mismo que solía ser, ahora están los bares, las autopistas, los aviones y un montón de maravillas –supongo que eso es lo único bueno de todo esto, ver los mejores avances- pero están también todas las cosas malas, las plagas, las guerras. Los hombres están hechos para destruirse entre ellos mismo.
Ya he acabado con algunos condenados, algunos iguales a mi, sedientos de sangre humana y acabando con vidas, maldiciendo a otros.
Decidí hacerle caso a Will, y abandonar la casa por un rato, le encantaba caminar por los viñedos, un grupo de aromas me golpeo, uno muy dulce para ser humano pero nunca tanto como para ser de un vampiro, envuelto con un aroma desagradable, como el de algo enmohecido, corrí entre las uvas, hacia eso aromas, Sara entendió mi seña, e hizo imposible que alguien pudiese captar mi presencia.
Encontré a una hermosa chica con su cabeza poblada de rizos cobrizos y ojos marrones, jugar a las escondidas con aquel muchacho tan alto y fornido, de piel tostada por el sol.
- “NESSIE”- canto una hermosa voz desde la casa que se encontraba cerca. Los jóvenes dejaron sus juegos y corrieron en esa dirección.
¿Alguien se puede llamar como el monstruo del Lago Ness?- pregunte en mi fuero interno, pero decidí acercarme a aquel lugar.
Allí vi a una divina encarnación, un ángel caído del cielo, era mi hermosa Helena, la que había llamado a la chica; mi gran amada, solo que era algo distinta, igual de preciosa, pero con ciertos cambios, ahora su cabello era de un exquisito tono chocolate y sus ojos eran de oro liquido. Pero su sonrisa era la misma, al igual que el sonido de su voz tan dulce y adorable.
Solo que algo estaba mal, toda la foto estaba mal, había un sujeto junto a ella, que tomaba su mano y la miraba lleno de pasión, pero eso no era lo peor, aquella hermosa aparición era lo que más odiaba en el mundo y parecía feliz con serlo.
Me mantuve en mi sitio escuchando sus conversaciones, las de ella y el resto de su “familia”; me había jurado a mi mismo borrarnos de la faz de la tierra y no les dejaría a ellos tener un destino distinto.
Me reuní con Sara y Will, empacaríamos y partiríamos con los que se hacían llamar los Cullen.
Pensé en acabar con ellos de la manera más rápida posible, pero algo en sus maneras me embelezo, me dieron ganas de ver más, de observar sus reacciones. Dándole así más y más largas al asunto.
Deje que supieran de nosotros por primera vez en el Instituto, me sorprendió el dolor que eso genero en Bella, ella era más fascinante que el resto, incluso que los otros con alguna habilidad, era inmune a mi, a Sara y moría por saber si también lo seria a William.
Me había obsesionado con ella y con todo lo que hacia, la seguí a New York y no pude permanecer por más tiempo lejos de ella, me acerque y le hice saber quienes eran sus temores o por lo menos que me viera a mi, ver sus ojos llenos de temor no tenían precio, como tampoco lo tenia el escucharla suplicar; deseaba acercarme y tenerla en mis brazos, pero recordé lo que era y que era lo que yo tenia que hacer.
Le pedí a Sara que le regalara a la pequeña con cara de duende, una visión aterradora, que por lo que supe hizo efecto.
Luego de eso, me coleé en la cocina de la Mansión, en la que vivían; al verme, Bella, dejo caer una jarra con la esperanza de que eso delata el peligro para los que estaban en la sala. Ya había prevenido esa posibilidad, nadie podía ver lo que pasaba realmente, me acerque a ella con deseos de sentir su piel a mi tacto, podría acostumbrarme a su aroma, que me resultaba intoxicante, no me sentía así desde Helena.
La acorrale contra la nevera y sentí su cuerpo amoldarse al mío y temblar de miedo; olí uno de los mechones de su cabello que bailaba en su cara. Pose uno de mis dedos en sus labios para parar sus palabras. Bese el hueco de su clavícula. Teníamos una conversación que no le serviría de nada, sus ruegos no me harían cambiar de opinión; busque sus hermosos ojos, de un color extraño, pero hermosos; no me pude resistir y roce con mis labios los de ella, para luego desvanecerme. Sara me dio una ruta de escape, cegando por un momento a mi hermosa Bella.
Me mantuve cerca de ella en todo momento; fui incluso a un evento en el Hospital donde trabajaba el que era como líder del Clan, los vi reír, jugar y bailar; decidí así, que bastaba de darle largas al asunto, había venido a acabarlos y lo haría.
Hoy no se lo esperan, pretenden ir a bailar con humanos, yo les cambiare ese plan. Esta noche lloraran sin lagrimas, conocerían el infierno.

Capitulo XXVI Noche del Baile

Capitulo XXVI Noche del Baile
(POV Bella)

- “Corre, corre, vamos que hay mucho que hacer”- Alice estaba hoy más alborotada que nunca
- “Claro, hay mucho que hacer, sobre todo cuando contamos con velocidad vampirica”
- “Bella déjate de sarcasmos, eso no te liberara hoy, hay mucho que hacer quiero que esta noche sea especial para Nessie”
- “Y lo será, pero dudo que haga falta tanto corre-corre”
Hasta la llegada de Alice a la casa, como todo un huracán, estaba tranquila, sentada en el sofá del salón del juegos, de la casa principal, disfrutando de uno de mis clásicos favoritos –Orgullo y Prejuicio- mientras que los demás hacían otra cosa; los chicos habían salido a comprar cosas de ultima hora pero no habían dicho que era lo que necesitaban; y Nessie estaba dando un paseo por el sendero del bosquecillo, cerca de la casa, con Jacob.
Esta era la noche del Baile, en el Instituto habían dado el día libre por los preparativos y como era de imaginarse Alice había colaborado en esa parte, o mejor dicho había dirigido esa parte, incluso hizo un gran donativo para poder mejorar el presupuesto para la fiesta.
- “¿Dónde esta?”
- “¿Quién?”- iba a aprovechar un rato para meterme con ella.
- “¿Quién más’”
- “Te refieres a mi bella hija- hice una pausa y parecía que los ojos le iban a salir de sus orbitas- mmm…. Esta con Jacob, dando un paseo”
- “Esa niña cada día se parece más a ustedes dos, se supone que no debería ponérmela tan difícil”
- “No seas tan exagerada; ya deben estar por llegar, hace mucho que salieron ya”
- “Bueno, esta bien, de todos modos tenemos que buscar a Cristy todavía, Cristian la va a venir a buscar aquí, para llevarla al Baile, se verán tan lindos esta noche… estoy segura que todo se oficializara”
- “Alice por favor, controla tu desespero, déjalos que hagan las cosas solos”
- “Y lo harán solos, pero primero tendrán un pequeño empujoncito, la dejare tan bella”
- “Bueno esta bien, solo procura no matarla”
- “Tranquila, pero por eso quiero también que nos apuremos a empezar los preparativos, porque no podemos actuar como lo hacemos normalmente, tenemos que parecer humanos”
- “Imagino que le recordaste eso a los chicos, no sea que la pobre se asuste si Emmett rompe, con un pequeño golpe, algo del inmobiliario o Jasper alborota los ánimos”
- “Tranquila, todos saben que vamos a tener humanos en casa y Esme piensa hacer algo de comida”
- “Por favor, comida noooo”- todavía recordaba el haber tenido que comer en mi visita a New York.
Fuimos a la cocina a ver como iban los preparativos, de Esme, para mantener alimentada a la pequeña humana; todo esa área estaba impregnada en un olor a ajo y cebolla, había varias hoyas en las hornillas y todas burbujeaban.
Esme tenia colocado un canal de cocina; donde, por lo que vi, daban un programa de comida italiana. La pobre picaba por aquí y por allá, revolvía con cucharones lo que había al fuego, para concentrarse nuevamente en lo que decía el chef de la pantalla.
Nessie y Jacob entraron a la casa, sucios, se notaba que habían estado tumbados al sol, porque aunque el día no estaba como para evitarnos salir, estaba más soleado y seco que de costumbre.
- “Aquí vienen quienes nos pueden ayudar”- dijo Esme con un tono de alivio
- “¿En que?”- dijo Nessie mientras se acercaba y le daba un beso en la mejilla y un abrazo.
- “Alguien tiene que pobrar esto, el olor ya me tiene mal, se ve bien pero ni idea del sabor”- Esme levanto una cuchara con un poco de la salsa hacia la boca de Nessie
- “Uy no abuela, que lo pruebe otro”- dijo Nessie arrugando la nariz
- “Veamos, vampiro, vampiro, vampiro”- dijo Esme apuntándose con la cucharilla, para luego apuntarnos a Alice y a mi.
- “Abuela, olvidas a un hombre lobo glotón”- dijo Nessie mientras acercaba a Jacob
- “¿Por qué yo?- dijo este mirándola a los ojos- los vampiros no cocinan y ¿si me envenena sin querer?”
- “No seas llorón, dudo que la abuela le halla echado algo que no sea de la receta”
- “¿Y si me intoxico?”
- “Tu comes hasta piedra”- dijo Nessie ya perdiendo la paciencia con las bromas de Jacob.
- “Vamos, vamos, abre la boca que allí va el avioncito- hasta Esme se estaba divirtiendo con esto- abre la boquita”- dijo mientras dirigía la cucharilla a él.
Jacob arrugo la nariz y saco la lengua, haciendo gestos de desagrado ante lo que Esme le había dado a probar, la pobre lo veía expectante, contemplando la posibilidad de que lo que estaba preparando estuviese malo. Cuando Jacob dejo de hacer notoria su reacción a la comida, por fin hablo para romper así la espera.
- “Debo decir…- miro hacia abajo como si lo que estaba por decir pudiese lastimar los sentimientos de Esme- esta… muy bueno la verdad”- dijo con una gran sonrisa en el rostro.
La cuestión amenazaba con ponerse tensa pero, para la suerte de Jacob, los chicos llegaron a la casa.
Ya estábamos casi todos en la casa, Carlisle como siempre estaba trabajando en el hospital; mientras que, Seth y Leah habían ido a comprar algunas cosas al pueblo.
- “Mira la hora que es- dijo rompiendo el silencio el duendecillo- Hay que ir por Cristina, todos por favor báñense y empiecen a arreglarse… uy ya esta oscureciendo, me alegra que este baile no sea en horario infantil. Rose ve arreglando a Nessie, tendremos que ir sencillas o rezar para que Cristina se quede dormida en la silla”
- “ ¿La silla de que? ¿De torturas?”- dije inocentemente
- “No me haces gracias Bella”
- “Sabes que si- me acerque a ella y le di un fuerte abrazo- vámonos si quieres que empecemos con esto pronto”
- “Bueno Edward y tu tienen que ir a buscar todavía algunas cosas”
- “¿Algunas cosas?”- pregunte preocupada por lo que pudiera pedir
- “Tranquila, son solo algunos bocadillos”
- “Puedo ir solo”- dijo Edward, que apenas parecía prestar un poco de atención
- “Si, si puedes ir solo, pero ve con Bella”- me preguntaba que planeaba mi pequeña estilista.
- “Bueno vámonos ya”
Alice salio hacia el carro de Carlisle, consideraba que era menos llamativo que el suyo, y Edward y yo fuimos hasta Volvo; al salir de casa dejamos a los chicos jugando, cuando estuviera cerca mi amiga, saldrían a bañarse y a moverse a velocidad normal; Jasper y Emmett habían apostado a que seguro pasaba, hacían o decían algo que pudiese delatarlos; y Nessie ya estaba siendo arrastrada por la mano de Rosalie al cuarto de torturas, como me gustaba llamar a la habitación de Alice.
Nos habían mandado a buscar saldas, galletas y pasapalos a una venta de comida para fiestas, que había en el pueblo, con todo lo que llevábamos parecía que era en la Mansión Cullen el Baile, en lugar de en una posada muy linda en el pueblo –ahora que lo pensaba me extrañaba que Alice no hubiese ofrecido la casa para la fiesta-.
Hicimos todas las vueltas rápido, me preocupaba no encontrar de una pieza a mi amiga cuando volviera a casa, seguramente Alice ya la había recogido.
Edward busco calmarme, prometiéndome que Esme no permitiría que desarmaran a Cristy y que si algo le pasaba siempre estaba Carlisle para repararla.
Ya la noche había caído, el cielo estaba perdiendo su último rastro de tonos de naranja y fucsia, y algunas estrellas empezaban a titilar en las alturas. Iba contemplándolas por el parabrisas mientras que Edward sujetaba mi mano contra la palanca de cambios. Me miro con sus dulces, ojos que eran cuencas doradas, hace poco habíamos salido de cacería.
Era increíble como esos ojos me miraban a mi con tanto amor; amor, que no creía que pudiese existir.
Escuche una gota caer en el parabrisas, ese sonido me extraño, por lo despejado que estaba el cielo y lo seco que había estado todo el día, no parecía que esta noche fuese a llover; seguía con mi mirada clavada en Edward cuando sonó otra gota, seguida de otra y otra. Su rostro de pronto se contorsiono en una mueca que no tenia nada que ver con lo que estaba pensando antes, era una extraña mezcla entre dolor, tensión y preocupación, seguí el camino de su mirada para encontrarme con un parabrisas salpicado de rojo; sin duda alguna, de sangre.
Apretó mi mano en la suya y hundió un poco más el acelerador.
¿Qué es esto?¿Que pasa?¿Ya es hora?- era todo lo que pasaba por mi mente, de pronto recordé que Crsity estaba en casa.
Edward me saco de mis pensamientos con un fuerte frenazo, el auto se coleo y patino en el asfalto, todavía estábamos algo lejos del camino de gravilla, levante la vista para encontrarme con Cristian atado en el medio del camino, parecía inconciente; y con Edward intentando no llevárselo por el medio. Finalmente saco el auto de la vía, rumbo a los árboles de los costados, el carro se detuvo antes de que chocáramos.
Me baje del auto, corriendo y jadeante, no había nada en el camino, no había ya sangre en el parabrisas, la verdad parecía que nunca había habido sangre en el.
Mire a Edward con ojos de terror, algo en mi mente hizo click y supe lo que pasaba, la pelea había empezado.
- “La casa”- fueron mis ultimas palabras.